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LITURGIA DEL VATICANO II

Dmingo 4 del Tiempo Ordinario (29.1.2023) - Ciclo A

EL EVANGELIO DE LAS PARADOJAS

Bienaventurados vosotros

Estamos en el Monte de las Bienaventuranzas, muy cerca del mar de Tiberiades. Jesús se ha sentado en lo alto para que le pueda ver y oír una gran multitud de gente que ya ha comenzado a preguntarse si no será un profeta. Desde ahora quiere marcar el terreno de juego. Conoce muy bien que quienes le escuchan están esperando un mesías glorioso, rico y poderoso, que convierta a Israel en el amo del mundo. Su mensaje choca frontalmente con esa mentalidad. Pero no tiene miedo en proponérselo a todos, no sólo a unos pocos privilegiados, porque ha venido a dar testimonio de la verdad. Cuando se hace silencio siguiendo el ademán de sus manos, comienza a hablar. “Bienaventurados los pobres de espíritu, los que lloran, los misericordiosos, los pacíficos, los que tienen hambre y sed de justicia, los limpios de corazón, los perseguidos por ser discípulos míos. No es un programa político ni populista. El suyo es un programa que viene a liberar al hombre de los falsos valores que le ofrece el mundo y abrirle, en cambio, a los verdaderos bienes. A veinte siglos de distancia, la historia no le ha desmentido: la felicidad y la verdadera alegría no están en el dinero, ni en pasarlo a lo grande, ni en el placer, ni en tener mucho poder, ni en lograr grandes éxitos. Está en las paradojas que ha presentado hoy Jesús. Pero para entenderlas, no hay que teorizar sobre ellas sino vivirlas siguiendo a Jesús. Que nos lo diga una monja de clausura, un misionero, un padre que gasta su vida por su familia, un médico o una enfermera que se entregan sin reservas. Hagamos nosotros la prueba.   . 

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