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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 3 de Cuaresma (12. III. 2012) - Ciclo B

EL NUEVO Y DEFINITIVO TEMPLO

«Lo decía de su cuerpo»

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Estamos ya en el tercer domingo de Cuaresma y se nota que nos acercamos a la Pascua.. En adelante, cada día se hará más patente el drama de la muerte-resurrección de Jesús. El evangelio de hoy es la primera gran escena de ese drama. En él aparece un Jesús al que no estamos habituados. Ya no es el Jesús manso que se deja manosear por los niños, el Jesús dulce que mira con simpatía al joven que ha guardado los mandamientos desde siempre, al Jesús comprensivo que charla amistosamente con la Samaritana, ni el que dice “vete en paz y no vuelvas a pecar” a la mujer sorprendida en adulterio. El de hoy es un Jesús con un látigo de cordeles en la mano, golpeando animales, dando patadas a las mesas de los cambistas y diciéndole a todo el mundo: “¡Fuera, la casa de mi Padre es casa de oración, no una cueva de ladrones”! ¿Qué ha sucedido para un cambio tan radical? Que hasta hoy Jesús no ha tenido la ocasión de manifestar que en la Casa de su Padre –el Templo de Jerusalén- no cabe todo. Tal ocurría con la compraventa de animales y el cambio de moneda, funciones que comenzaron facilitando a los peregrinos el cumplimiento de sus obligaciones religiosas, y había degenerado en un puro y lucrativo negocio. Pero hay algo más que un perjuicio en los negocios y en la hipocresía religiosa de los judíos. Éstos no entienden la acción purificadora del Templo y le espetan a Jesús: “¿Quién te ha dado autoridad para hacer esto?. ¿Cuáles son tus avales?. Danos un signo que lo legitime”. Jesús les da el signo, pero ellos no lo entienden. Podéis matarme, les dice. Pero no podéis destruir el verdadero Templo de Dios que soy YO desde que me hice hombre. Porque después de que me hayáis matado, yo resucitaré al tercer día. Mi Resurrección es mi carné de identidad divina y de mi condición de nuevo y definitivo Templo de Dios. Este es el gran mensaje de hoy: Jesús morirá en la Cruz pero resucitará glorioso en la mañana de Resurrección. Todas las cristofobias actuales quieren abatir este Templo. No podrán. No podrán destruir a Jesucristo ni a quienes son piedras vivas de ese Templo.  

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