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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 30 del Tiempo Ordinario (29. X. 2017) - Ciclo A

EL AMOR A DIOS Y AL HOMBRE

“Amarás al Señor con todo el corazón”

__________________Seiscientos trece eran los mandamientos que predicaban los  fariseos en tiempo de Jesús. No es extraño, por tanto, que mucha gente no los observase y que no pocos, incluidos los mismos fariseos, fueran incapaces de establecer una graduación sobre su importancia. Cada escuela tenía sus preferencias. Eso explica que un fariseo, viendo las acertadas y agudas respuestas que Jesús daba a las cuestiones más espinosas que le planteaban los saduceos, se acercase a preguntarle cuál era, a su juicio, el mandamiento principal y más importante. No lo hizo por verdadero interés religioso sino “para ponerlo a prueba”. “¿Maestro –le dijo-, ¿cuál es el principal mandamiento de la Ley?” Jesús no tomó en cuenta la falta de rectitud que escondía la pregunta y le dijo claramente: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este es el primero y principal”. Pero añadió algo por lo que no le había preguntado: “El segundo es semejante a él: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y apostilló: “Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas”. No deberíamos olvidar que son dos mandamientos inseparables. Pero con esa jerarquía: primero Dios y luego el prójimo. Es lógico, porque Dios es Creador y Padre y el prójimo es criatura e hijo, creado  “a imagen y semejanza de Dios”. No es el hombre el que está en el origen de Dios sino Dios el que está en el origen del hombre. Ciertamente, si borramos al hombre del horizonte de Dios, el Dios que se nos ha revelado en Jesucristo resulta irreconocible. Pero si borramos a Dios del horizonte del hombre, éste queda no sólo rebajado en su dignidad sino despojado de ella y convertido en un muñeco con el que se puede hacer todo tipo de experimentos, por erráticos que sean. Aquí está el origen de tanta violación de los derechos más elementales de la persona humana que advertimos hoy y aquí está la raíz para recuperar cosas tan importantes como la libertad, la vida, el honor, el respeto, la justicia, el trabajo, la propiedad. Volvamos a contar con Dios para que  volvamos a valorar al hombre.

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