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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo tercero del Tiempo Ordinario (21.I.2018)- Ciclo B

PESCADORES DE HOMBRES

“Venid conmigo”

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Nos encontramos en el puerto de Betsaida, en la parte norte del lago de Tiberiades. Pedro y su hermano Andrés están echando las redes, mientras Juan y su hermano Santiago remiendan las suyas para ponerlas a punto. Pasa Jesús por delante de cada una de las parejas y les dice: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Ellos no lo dudan ni un instante. Dejan las barcas, las redes, su profesión, su familia, siguen a Jesús y comienzan de inmediato el aprendizaje de su nueva profesión: “pescar hombres”. Fue largo y costoso. En ocasiones muy difícil. Incluso alguna vez tormentoso. Sólo llegaron a aprenderlo, cuando Jesús, una vez resucitado y ascendido al Celo, les envió su Espíritu Santo. Entonces comprendieron qué implicaba “pescar hombres” y “cómo” se pescaban. Aquel día comenzaron a predicar que Jesucristo era el Mesías y Salvador del mundo, invitaron al arrepentimiento y a bautizarse para recibir esa salvación y  hacerse discípulos suyos. No se les dio mal el primer día de pesca, porque “aquel día recibieron el Bautismo unos tres mil”. Pero volvamos a Betsaida y volvamos a escuchar la llamada “venid conmigo, que os quiero hacer pescadores de hombres”. Porque Betsaida es para ti el lugar donde se desarrolla tu vida ordinaria: tu familia, tu trabajo, tus amigos, tu descanso. A Pedro, Andrés, Santiago y Juan les pidió que dejaran sus barcas y sus redes. A ti, en cambio, te pide que seas pescador de hombres en y por medio de las barcas y las redes de tu vida ordinaria. Es posible que, en algún caso, te pida también que las dejes para ir al seminario o a un convento. Es la excepción. Porque a la mayoría les pide que permanezcan ahí, dando a su profesión sentido de misión. Es decir, no cruzados de brazos sino acercando a los hombres a Jesucristo para que los salve y haga sus discípulos. El reto es tan apasionante y la tarea tan decisiva que, sólo si eres tan dócil y generoso como Pedro y los otros, llegará la salvación al último rincón de la tierra. ¿No te animas a seguir la llamada? ¿Preferirás refugiarte en lloriqueos pesimistas y baldíos? ¿Renunciarás a la alegría que experimenta todo pescador que pesca muchos peces?        

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