Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 4 del Tiempo Ordinario (28. I. 2018)- Ciclo B

EL IMPORTANTE DE VERDAD

“Sal de él”

******

El escenario del evangelio de hoy es la sinagoga de Cafarnaúm. En contra de lo que cabría esperar, Jesús no aparece leyendo y comentando la Palabra de Dios, como se hacía todos los sábados. No. Marcos tiene prisa en decirnos de inmediato qué quiere poner por escrito en su evangelio. Lo que le interesa, ante todo y sobre todo, no es lo que Jesús dice o hace sino lo que Jesús es. La Persona de Jesús: ¡ése es su objetivo! Luego nos dirá qué hace y qué dice Jesús. Pero lo que diga y haga será por lo que es. Él no es un doctor de ley o un dirigente del pueblo. ¡Él es el enviado por Dios, Dios mismo! Por eso, habla y actúa como Dios. No se limita a decir “esto dice la Ley” o “esto enseñó tal doctor”. Pronto subirá a un monte y ante una inmensa muchedumbre proclamará: “Se os ha dicho, pero Yo os digo”. La gente, que tiene un sexto sentido para captar el fondo de las cosas y distinguir el oro del  oropel, se da cuenta enseguida y se pregunta: “¿Quién es este?” Porque su modo de hablar es nuevo y arroja los demonios. Efectivamente, allí hay un hombre que lo va a atestiguar con toda la fuerza de que es capaz. Al darse cuenta de quién es Jesús, se ha encarado con él y le ha dicho con insolencia: “¿qué quieres de nosotros? ¿Has venido a perdernos?”. Jesús no se arredra. Planta cara y dice: “¡Cállate y sal fuera!” Y salió. Pero dejando constancia de que la guerra continuaba: “Dando un grito y retorciendo al hombre”. Jesús le había vencido. Le vence siempre. Pero mientras llega la victoria total, al final de los tiempos, el demonio sigue esclavizando a muchos con el poder, el dinero, el sexo, el orgullo, el odio. Jesús tampoco se aleja de la lucha y sigue diciéndole: “¡Sal de ese hombre!” Se lo dice con su Palabra, con sus sacramentos. Se lo dice, sobre todo, con su amor misericordioso en el sacramento de la Penitencia y, después, en el sacramento de la Eucaristía. ¿No has escuchado nunca en tu interior una voz sin voz que te decía: “No hagas eso, no reacciones así, vuelve a la Iglesia, deja de sembrar cizaña, haz las paces con tu pareja”? Si vuelves a oírlo, que volverás, no dejes de dar a Jesús la oportunidad de salvarte. ¡Lo necesitas tanto!     

0 comentarios