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LITURGIA DEL VATICANO II

ASCENSIÓN DEL SEÑOR (21.5.2023) - cICLO a

NUESTRO DESTINO ES EL CIELO

“Yo estaré con vosotros todos los días”.

“No se ha ido para desentenderse de este mundo sino que ha querido precedernos como Cabeza nuestra. Para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino”. Estas palabras del prefacio de la misa son un comentario excelente del misterio que hoy celebramos: la Ascensión del Señor al Cielo. De allí había descendido por nosotros y allí asciende de nuevo por nosotros. Bajó como Dios, pero vuelve como Dios-Hombre. Bajó él sólo, pero vuelve convertido en Cabeza de un Pueblo de incontables hombres y mujeres de toda raza, lengua y nación. Por eso, en él subimos todos. Mejor, subiremos todos los que queramos ser ahora sus discípulos y acompañarle luego en la gloria. El Cielo, la gloria eterna es nuestro destino, nuestra patria definitiva. No es una promesa de elecciones ni de engañabobos. Es la herencia que nos ha ganado Jesucristo y nos certifica la fe. Si bajó del Cielo fue para trazarnos el camino que a él conduce y abrirnos sus puertas de par en par. Su muerte y resurrección perderían para nosotros su valor si, de hecho, esta tierra fuera nuestro cielo, nuestra meta definitiva. No es así. Esta tierra es una posada para pasar, como diría Teresa de Jesús, una mala noche y despertarnos en el Cielo. Hoy es, por tanto, un día de alegría y de esperanza. Jesús, como buen pastor, va delante de quienes somos sus ovejas, para llevarnos hasta la eterna majada de la gloria. No lo olvidemos: allí ya no  habrá llanto ni dolor, porque este mundo habrá y habremos entrado en la posesión y felicidad eterna de Dios.   

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