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LITURGIA DEL VATICANO II

SANTÍSIMA TRINIDAD (4.6.20213 Ciclo A

Evangelio

QUIÉN ES DIOS

Dios envió a su Hijo al mundo para salvarlo

Todos cocemos la anécdota, más ejemplarizante que real, de san Agustín y el niño. Mientras el obispo de Nipona recorría la playa dándole vueltas al misterio de la Santísima Trinidad, un niño acarreaba con una concha el agua del mar y la echaba en un hoyo. Intrigado, le preguntó qué hacía. A lo que el niño respondió: quiero meter toda el agua del mar en este pozo. El santo esbozó una sonrisa, mientras musitaba: ¡es imposible! A lo que el niño replicó: Más  imposible es que tú quieras meter en tu cabeza la inmensidad de Dios.  Pero san Agustín era suficientemente inteligente para decir que, como Dios no cabía en su cabeza, Dios no existía. Sería  negar que el mar  existía porque no cabía en el pozo del niño. Hoy, celebramos el domingo de la Santísima Trinidad. Ese misterio que tantos aprendimos de muy pequeños: Un solo Dios y tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Cuantas veces hemos recitado el Gloria y hecho la señal de la Cruz diciendo “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Con esas tres palabras comenzó nuestra vida cristiana en el bautismo y las usa el sacerdote en el sacramento de la Penitencianos. Hoy podríamos repetir esta oración tan sencilla: “Creo, espero y amo a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo” Pero, volviendo a la anécdota, nos preguntamos; ¿cómo definir a Dios?. Él mismo nos ha dejado la respuesta en una carta del discípulo amado: “Dios es amor”. Dale vueltas a esto pero personalízándolo; “Dios me ama”, Sí, me ama aunque no lo merezco. Me ama porque es amor y no sabe hacer otra cosa que amar.

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