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LITURGIA DEL VATICANO II

Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Jesucristo (3.VI.2018) -Ciclo B

José-Antonio Abad

JESUCRISTO VIVE ENTRE NOSOTROS

“Verdadera comida y verdadera bebida”

***** Hoy es la “Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”. En esta tierra seguimos hablando de “Corpus Christi”, pero corremos el riesgo de recortar parcialmente su sentido. No en vano Jesucristo se nos entregó como “verdadera comida” y “como verdadera bebida” e insistió en que teníamos que comer su Cuerpo y beber su Sangre. Pero hemos de entender bien estas palabras. Porque, como él era semita y nosotros tenemos una mentalidad griega, corremos el riesgo de pensar que en la Sagrada Hostia está el Cuerpo y en el Cáliz está la Sangre y que sólo juntándolos, tenemos el Cuerpo y la Sangre. Pero no es así. Cuando un semita hablaba del “cuerpo” y de la “sangre” de un hombre, se refería en los dos casos a la persona entera. Al decir Jesucristo en la última Cena, “esto es mi Cuerpo” y “esta es mi Sangre”, decía: “Esto soy Yo, en mi realidad total de Dios-Hombre”. Cuando ahora vuelve a decirlas por medio del sacerdote, nos dice a cuantos estamos en la Eucaristía: “Esto soy Yo, como Dios y como Hombre verdadero”. Dicho en otras palabras: él mismo se hace verdaderamente presente entre nosotros y se nos entrega en comunión. Por eso, sin miedo a exagerar, podemos decir que nosotros somos “contemporáneos” suyos. No estamos, por tanto, ante algo sino ante alguien, ante una Persona viva. Es verdad que Jesucristo está también verdaderamente presente en su palabra, en sus ministros, en la asamblea reunida para salmodiar y alabar a Dios. Pero sólo en la Eucaristía su presencia es substancial, es decir, sólo en ella está presente la Persona misma del Resucitado. Por eso, cuando comulgamos, comulgamos a Cristo. Y cuando vamos a rezar ante el Sagrario, vamos a estar y  hablar con el mismo Jesucristo. Si tuviéramos más conciencia de esto, las iglesias estarían menos vacías y Jesús sacramentado estaría mucho más acompañado. Y, como consecuencia, habría más padres, más esposos, más jóvenes, más sacerdotes, más necesitados a los pies del Sagrario, pidiendo y alcanzando la gracia de ser cada vez mejores discípulos suyos.        

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