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LITURGIA DEL VATICANO II

Pentecostés (9.VI.2019) - Ciclo C

PENTECOSTÉS NO ES UN HECHO PUNTUAL

“Él os lo recordará todo”

****El mejor comentario del evangelio de este domingo son los cientos de miles de comunidades cristianas de los cinco continentes que celebran la solemnidad de Pentecostés. Al cabo de veinte siglos, todas esas comunidades se reúnen en torno a la Palabra que Jesús entregó al Espíritu Santo para que nos la recordase siempre y cada vez mejor. En el extremo opuesto a Babel, nosotros somos de diversos países, de muchas culturas, hablamos mil  y una lenguas. Pero nos entendemos de tal modo, que un burgalés que participe hoy en una eucaristía en Singapur, el Líbano, Corea del Sur, Alemania o Kenia, participará en el mismo rito y comunión que los nativos. Y cuando, en ella, se proclame el Evangelio, no será un evangelio propio de aquel país sino el mismo que se oirá en todas las parroquias de nuestra geografía. No podía ser de otra manera. Porque las promesas de Jesús se cumplen siempre. Y Jesús prometió a los apóstoles –como recoge el evangelio de hoy- que el Padre les enviaría en su nombre otro Consolador para que “os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que yo os he dicho”. Ciertamente han pasado muchas aguas por debajo de los puentes de veinte siglos de historia de la Iglesia fundada por Jesucristo sobre la roca de los apóstoles. Pero ninguna de ellas, por más que en tantas ocasiones han bajado muy turbias y revueltas, han sido capaces de sepultar “lo que Él nos enseñó”. Más aún, en lugar de destruirlo, sirvieron al Espíritu Santo no sólo para impedir su fosilización sino para alumbrar sus virtualidades ocultas y fecundar la vida de los hombres y mujeres de ese nuevo momento histórico. Y así seguirá ocurriendo. Porque Pentecostés no es un acontecimiento puntual de la vida de la Iglesia. Es una realidad permanente. El sacramento de la Confirmación juega aquí un papel de primerísima importancia. Porque es el sacramento específico del Espíritu, el sacramento que perenniza Pentecostés. Así lo asegura el obispo cuando dice al bautizado, mientras urge con el Santo Crisma su frente: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”.    

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