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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 3 del Tiempo Ordinario(26.I.2020)- ciclo A

PESCADORES DE HOMBRES“

Venid conmigo” 

Cuando Pedro y su hermano Andrés salieron aquella mañana hacia Genesaret, pensaron que la jornada trascurriría con la misma rutina de todos los días. Pero no fue así. Ciertamente hicieron lo que hacían siempre tras una jornada de pesca: limpiaron las redes, las recosieron y las echaron al agua para pescar. Pero, mientras hacían esto, pasó Jesús, se detuvo, les miró con aquella irresistible mirada que él tenía y les dijo: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Ellos se volvieron, dejaron las redes y le siguieron. Quienes hemos recibido la llamada al sacerdocio y a la vida religiosa hemos vivido la misma experiencia. Jesús se acercó un día a la playa de nuestra vida, nos miró con inmenso cariño y nos llamo a entregar la vida para ganarle almas. Le seguimos y, lejos de arrepentirnos, hemos sido inmensamente felices. Todos los bautizados han recibido la misma invitación de Jesús. El mismo día en que las aguas bautismales hicieron de nosotros una nueva creatura, Jesús puso en nuestra alma un sello imborrable, mucho más indeleble que el más sofisticado tatuaje, que decía: “Desde hoy eres pescador de hombres”. No era una frase bonita, sino expresión de una realidad maravillosa. Gracias al sacramento del Bautismo, quien lo recibe queda incorporado a la misión de Jesucristo. Misión que no es otra que “pescar hombres”, salvar a quienes, libre y responsablemente, acogen su oferta salvadora. Por eso, donde hay un cristiano allí hay un pescador de hombres. Y, si no lo hay, es que ese cristiano ha dejado de ser sal y luz; y, como consecuencia, en su derredor crecen el error, la mentira, el desamor y el egoísmo. ¿Cuál es el mar en el que pesca un cristiano corriente? No está en las iglesias ni en las sacristías y sus aledaños. Ahí se va reponer fuerzas para la pesca. Pero la pesca se hace en la familia, con los hijos y nietos, en el trabajo con los compañeros y personas a las que se trata, en el sindicato y en el partido político, mientras se toma un café con el viajante que ha  invitado o se charla con el vecino de asiento en el autobús y en el tren. ¿Echamos las redes con respeto y, a la vez, con audacia y valentía?                   

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