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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 1 de Cuaresma (1. III. 2020) - ciclo A

UNA VARIOPINTA PROCESIÓN

“No sólo de pan vive el hombre”

+++El pasado miércoles comenzó la Cuaresma. Hoy es el primer domingo de este itinerario que dura cuarenta días, en recuerdo de los cuarenta días que Moisés estuvo orando en el monte Sinaí, de los cuarenta días que Elías caminó con el alimento celestial y de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto en ayuno y oración. Por ese camino, que concluirá en el Triduo Pascual y, dentro de él, en la solemne Vigilia Pascual, avanza una gran muchedumbre compuesta por tres grupos de personas: los catecúmenos, los penitentes y los practicantes. Los catecúmenos son los niños entre siete y catorce años y los mayores de edad que no están bautizados, pero que recibirán el Bautismo en la Vigilia Pascual o en un domingo próximo a ella, tras una larga preparación. En Burgos también los hay. Los penitentes son los que apenas practican y, desde luego, no se confiesan desde hace tiempo, pero ahora están dispuestos a reconciliarse con Dios y reiniciar la vida cristiana. Los practicantes son los que participan de modo habitual en la misa del domingo y tratan de vivir con coherencia su vida personal, matrimonial, profesional y social, pero que, con frecuencia, se duermen en los laureles de la rutina, del conformismo y hasta del pecado habitual. Todos quieren vivir la Cuaresma como una ocasión muy propicia para renovarse, celebrar en verdad la Pascua y, de paso, vivir con más paz y más alegría. En esa procesión van también dos grandes personajes. El uno es un enemigo encarnizado y el otro el mejor amigo de los caminantes. El enemigo tiene muchas caras, pero en el fondo siempre es el mismo: el demonio, cuya pretensión es hacer todo el mal moral que pueda, aunque procediendo como en el Paraíso: presentando el pecado como algo apetecible, atrayente y más digno del hombre que lo contrario. Jesucristo, en cambio, lo único que busca es nuestro bien. Está tan interesado en ello, que hasta dará su vida en una cruz para librarnos de todas las esclavitudes a las que nos encadenan el pecado y el demonio. No ofrece bicocas ni falsas promesas. Lo que él ofrece es su cruz. Pero no una cruz de muerte, sino de resurrección. ¿Cuál eliges?             

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