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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 3 de Cuaresma (15.III.2020) - Ciclo A

EL AGUA QUE NO SE COMPRA NI SE VENDE

“Dame de beber”

**** Estamos junto al pozo de Jacob, cerca de Sicar. Jesús está sentado sobre el brocal, cansado y con mucha sed. Porque el sol de mediodía aprieta y ha caminado varias horas. Nada más lógico que, cuando llega una mujer a sacar agua del pozo, le diga “dame de beber”. Lo que no es lógico es que se lo pida un judío a una samaritana, porque “no se tratan”, dice el evangelista. Pero Jesús no entiende de rencores ni enfrentamientos y no duda en pedirle un poco de agua para quitar la sed. Un gesto sencillo, ciertamente, pero con una fuerza tan grande que inicia en esta mujer un camino interior que lleva a que sea ella la que pida agua a Jesús, que le ha ofrecido “un agua que salta hasta la vida eterna”. Es que en ella –como en todo hombre y mujer, por alejados y ateos que se proclamen- hay una sed innata que sólo Dios puede saciar. Este evangelio se proclamará hoy en las misas con catecúmenos, como ocurrirá en nuestra catedral, en un rito llamado “primer escrutinio”, pocos días antes de que reciban el bautismo. De este modo, la Samaritana será para cada de ellos todo un símbolo: iluminados y convertidos por la fe, piden a Jesús el agua viva de la gracia que les purifique de sus pecados y les haga nacer a la vida de los hijos de Dios. La samaritana también se convierte en un estímulo para redescubrir la importancia y el sentido de la vida cristiana. Sólo si nos encontramos con Jesús de modo personal y tan verdadero que le pidamos “dame de beber esa agua que salta hasta la vida eterna”, esa agua que no vende ningún supermercado y es la única capaz de saciar la sed de infinito que hay en nuestro corazón, nos convertiremos en misioneros que anuncien la fe, la alegría y la esperanza a los hombres y mujeres allí donde están: en su familia, en su trabajo, en su lugar de diversión, en su lucha actual contra la pandemia que nos asola.  Los hombres creemos que somos “dioses”, pero la realidad nos revela que sólo Dios es Dios.                     

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