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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 6 de Pascua (17.V.2020) - Ciclo A

EL ESPÍRTU SANTO Y EL CORONAVIRUS

“No os dejaré huérfanos”

*** Faltan dos domingos para Pentecostés. Pero la liturgia se comporta como las campanas de nuestra catedral, que anuncian de víspera las grandes solemnidades. De hecho, tanto los textos del oficio divino como, sobre todo, los de la misa, rezuman el Espíritu Santo por los cuatro costados. En realidad la liturgia lo viene haciendo durante todo el tiempo de Pascua, porque Pascua es “el tiempo del Espíritu”. En este contexto, no sorprende que el evangelio de hoy esté impregnado todo él de la presencia y fuerza del Espíritu. Jesús vuelve a repetir a sus discípulos que él se va, pero que no les dejará huérfanos. No puede dejarles solos, porque tienen que recordar y profundizar en sus palabras y en su obra redentora, pues están todavía muy lejos de haberlo comprendido en toda su hondura. “Recordar” lo que él les ha enseñado. Recordarlo con la  memoria, pero también con las obras. Porque ellos tienen que ser testigos de “otra cosa”, de algo radicalmente nuevo y consolador: que el Padre nos ha amado tanto, que nos ha enviado a su Hijo para salvarnos, mediante el insondable misterio de su muerte y resurrección. Ser testigos de esto con su predicación y con su vida, con su doctrina y con su testimonio. ¡Sí, ellos que son tan poca cosa y que tienen tanta dificultad para entender sus palabras y obras! Necesitarán al Espíritu Santo para que, con la nueva luz de la Pascua, se lo aclare todo de modo tan perfecto, que deje desconcertados a los sabios doctores. Nosotros necesitamos también esa luz. Porque no acabamos de leer el mensaje que Dios nos envía a través de tantas palabras y acontecimientos. ¿Hemos aprendido a leer los mensajes que Dios nos está enviando con el coronavirus? ¿Estamos evaluando ya las consecuencias que traerá consigo para muchos hermanos nuestros, hermanos en la fe o hermanos en cuanto personas? ¿Hemos previsto ya cómo arrimaremos el hombro a tantas necesidades materiales y humanas dando lo que cada uno pueda: dinero, cosas, tiempo, habilidades, y ese largo etcétera que sabe descubrir el amor cuando es verdadero?¿Te atreverías a decir que tú no necesitas la luz de Dios y del Espíritu Santo?               

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