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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 8 del Tiempo Ordinario (27.2.2022) - Ciclo C

LAS CAMPANAS DE ESTE DOMINGO

“La boca dice lo que  hay en el corazón”

Las campanas han sido durante muchos siglos la radio de pueblos y ciudades. Ellas comunicaban la muerte,  el rezo de ánimas, si había fuego o si era la hora de ir a misa. En mi pueblo, supongo que también en otros, al atardecer de la víspera de las grandes solemnidades tocaban a “mañana fiesta”. Las campanas de toda la cristiandad, incluso las que son obligadas a callar, tocan hoy a “miércoles de Ceniza”. El próximo miércoles, en efecto, comienza la Cuaresma para los cristianos. Según una nota oficial de la diócesis, este año se puede imponer la ceniza. Sólo que, en lugar de imponerla en la frente, se podrá echar con delicadeza en la cabeza. Es un signo muy acorde con nuestra realidad corpóreo-espiritual. No somos espíritus puros ni meros animales. Somos, a la vez, lo uno y lo otro: cuerpo y espíritu. Y el cuerpo tiene tanta importancia, que una simple gripe dificulta el estudio y la oración. Nuestro cuerpo necesita, por tanto, el rito de la ceniza. Ésta es el producto de algo que se ha quemado. Va asociada naturalmente a la destrucción, a la caducidad de la vida y a la misma muerte. Todo ello muy nuestro. Pero la Ceniza del miércoles próximo procede de los ramos de ese domingo del año pasado. Nos habla, por tanto, de una caducidad que es anuncio de victoria. Porque nuestra muerte es la puerta que da paso a la vida que no se acaba y en la que también participarán nuestros cuerpos. Ceniza inicia así nuestro camino cuaresmal para morir al hombre de pecado con los ojos puestos en el Cristo Glorioso de la Pascua. Morir y resucitar en y con Cristo.

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