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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 5 de Cuaresma (21.3.2021) - Ciclo B

VIDAS FECUNDAS Y VIDAS ESTÉRILES

“Cuando sea levantado, lo atraeré todo hacia Mí”

*** Quienes hemos nacido y crecido en un pueblo, lo sabemos muy bien. Si el grano de trigo, que deposita la sembradora en la tierra, no germina, el grano no se destruye, pero no da fruto. Más aún, incluso se hace inútil, porque nadie va a desenterrarlo. En cambio, si el grano germina, se destruye, pero es una destrucción fecunda. De él nacerá un puñado de espigas y habrá una cosecha abundante. Jesús, que también había nacido y crecido en un pueblo de labradores y pastores, recogió este dato de experiencia y lo elevó a categoría respecto a su vida. Él fue un grano de trigo que el Padre depositó en la tierra inhóspita y yerma de la cruz. Allí germinó y murió. Pero se hizo fecundo. Más aún, tan inmensamente fecundo, que redimió y libró a todos los hombres del pecado y de la muerte eterna. Estamos a ocho días de la Semana Santa. Precisamente el domingo próximo será Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Con él iniciaremos la celebración de la mayor sementera y de la mayor cosecha de la historia: la muerte y la resurrección de Jesús. Hoy la Iglesia nos invita a prepararnos para asociarnos a ese gran misterio de moto activo y positivo. No es fácil, porque el dolor y la muerte van siempre contra las inclinaciones de nuestra naturaleza. Pero, con la gracia de Dios, podemos descubrir la imperiosa necesidad de hacerlo. Porque en la vida no hay más que una alternativa: dar fruto o ser estériles. Dar fruto implica entregarse por amor. Cuesta, pero es mucho más atractivo que pasar por este mundo sin dejar huella.             

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