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LITURGIA DEL VATICANO II

Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo (26. 11. 2013) - Ciclo A

TRANSFORMAR ESTE MUNDO

“Sí, soy Rey”

 “¿Tú eres rey?”, preguntó Pilato a Jesús. Sí, pero “mi reino no es de este mundo”. Era como decirle que él no ha venido a la tierra para implantar un imperio como el americano o el chino. Ha venido para librar a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos –incluso a la misma creación- de la esclavitud del pecado y de la muerte y llevarles un día, si ellos así lo quieren, a la casa del Padre para vivir para siempre y ser felices por toda la eternidad. Esto sólo él podía hacerlo y lo hizo, aunque le costara la vida, que luego recobró con la resurrección. Pero ojo. Que el reino de Cristo no sea de ese mundo no quiere decir que no tenga que incidir en las estructuras, sistemas, proyectos y realizaciones de los reinos y estados de la tierra. No. El reino de Cristo requiere y exige que todas las personas, por el hecho de ser tales, no pasen hambre, puedan trabajar, tengan acceso a la cultura, vivan en libertad, ocupen una vivienda digna, disfruten de espacios y tiempos de descanso, etcétera. Un cristianismo sin esta incidencia social no es un verdadero cristianismo. En él viven instalados tantos cristianos que se limitan a cumplir unas prácticas religiosas sin vida ni mordiente. Han llegado a esta situación no tanto por egoísmo como por falta de formación cristiana auténtica y también por una cultura individualista que hemos mamado y se arrastra desde siglos. Urge reaccionar. No basta con preocuparse de la propia persona y de la propia salvación. Es preciso abrirse a los demás y entregarse por amor y generosidad a trasformar este mundo según el designio de Jesucristo.       

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