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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 2 de Navidad (2 de enero de 2022)

EL ROMPEOLAS DE LA VIDA CRISTIANA

“Poder para ser hijos de Dios” 

Cuando llega este domingo siempre me acuerdo de la institutriz del hijo de Luis XIV. El que sería heredero del trono de Francia, cometió una falta impropia de su rango. La institutriz le reprendió con firmeza. Herido en su amor propio, le replicó: “No sabes que soy el hijo del rey de Francia? Ella le contestó con gallardía: “¿Y tú, no sabes que yo soy hija de Dios?”. Efectivamente, aquella mujer era cristiana y sabía que quienes reciben el bautismo no sólo se llaman sino que son verdaderos hijos de Dios. “Hijos en el Hijo”, es decir, partícipes de la misma naturaleza divina. Este es el núcleo del evangelio de este domingo, primero del año nuevo y segundo de Navidad. El apóstol y discípulo predilecto de Jesús, al describir la acogida que tuvo ese Hijo cuando vino a este mundo, constata: “Vino a los suyos y los suyos no le recibieron”. Pero añade: “A quienes le recibieron, les hizo posible ser hijos de Dios, nacidos no de sangre ni de deseo de carne ni de varón  sino de Dios”. Esta filiación divina es la roca sobre la que construir una existencia con cimientos firmes y el rompeolas de todas las tempestades de la vida. Ella es la que hace posible que el año nuevo 2022 pueda ser un año “bueno y venturoso”, aunque el Covid-19 siga haciendo de las suyas y el panorama económico, social y político venga cargado de nubarrones. Un niño nunca tiene miedo si va en los brazos de su madre. Los mayores, que ya no vamos en ellos, tenemos muchos miedos. ¿Será que hemos dejado de sentirnos hijos pequeños de los que cuida Dios como padre amoroso?     .        

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