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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 28 del Tiempo Ordinario (9.10.2022) - Ciclo C

LEPRA CORPORAL Y DEL CORAZÓN

“Tu fe te ha salvado”

Contagiosa e incurable. Eso era la lepra en tiempos de Jesús. Por eso los leprosos eran apartados de la familia y del pueblo, y debían vivir en el campo. Cuando alguno tenía la suerte de curarse, debía acercarse a los sacerdotes para que le liberaran de una última cadena: “la impureza ritual”. Un día, mientras Jesús entraba en una aldea, diez leprosos le pidieron a gritos que les curara. Jesús se compadeció y les dijo: “Id a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, uno advirtió que estaba curado y no se pudo resistir: volvió sobre sus pasos y vino hasta Jesús para darle gracias. No era judío sino extranjero. Jesús sintió el desagradecimiento de los otros nueve y preguntó: “¿los otros dónde están? Y, dirigiéndose al leproso curado, le dijo: “Vete, tu fe te ha curado”. Hoy la lepra del cuerpo, afortunadamente, es una enfermedad vencida. En cambio hay otra lepra todavía incurable y sumamente contagiosa: es la  lepra del pecado. Esa lepra, que corroe el corazón de las personas, de las familias y de la sociedad, y deforma su rostro humano y espiritual es la lepra del orgullo y del egoísmo que engendran la indiferencia, el odio y la violencia. Está tan extendida, que muchas personas, familias y sociedades son apenas reconocibles. Jesús puede curarla. Sólo su amor misericordioso puede hacerlo. Puede y quiere. Sigue con las mismas buenas disposiciones y deseos que en el caso de los diez leprosos del evangelio de hoy. ¿Tendremos nosotros las mismas ansias de curación que tuvieron ellos? ¿Nos atreveremos a gritarle con el corazón: “Jesús, ten piedad de nosotros?     

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