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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 3 de Pascua (4.5.2025) - Ciclo C

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

“Apacienta mis ovejas”

No sé si se llamará Francisco, Benedicto o Juan Pablo. Desconozco si será asiático, europeo o africano. También ignoro si hablará muchos idiomas o sólo el suyo y mal que bien el italiano. Cuando escriba el próximo comentario del evangelio es más que probable que hayamos escuchado el “habemus Papam” y habremos despejado las incógnitas. Pero, en el fondo, carecen de importancia. Porque Jesús no preguntó a Pedro si entendía el latín, si hablaba el griego koiné o era capaz de predicar en hebreo. Lo único que le exigió, cuando le entregó el encargo de pastorear la Iglesia, fue el amor incondicional: “¿Simón, hijo de Jonás, me amas más que éstos?”, le preguntó tres veces, y tres veces escuchó de Pedro: “Sí, tú sabes que te quiero”. A partir de ese momento Pedro se convirtió en el primer Papa de la historia, en el “principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y de comunión” de su Iglesia (LG 18). Esto es lo que cuenta. Mentiría si dijera que no tengo mis preferencias y mis gustos personales. Pero ni los míos ni los de los demás tienen importancia. Al fin y al cabo, le querremos y obedeceremos no por sus cualidades y talentos sino por ser quien es: por representar a Cristo en su Iglesia, por ser el Supremo Pastor, por pastorear a los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos, en una palabra, porque Cristo ha querido fundar su Iglesia sobre Pedro y sus sucesores. Como ovejas de un rebaño que tendrá en pocos días un nuevo Pastor, pidamos insistentemente al Espíritu Santo que ilumine a los cardenales electores y les asista para que escuchen su inspiración.

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