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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo de Pascua de Resurrección (20.4.2025) - Ciclo C

SEGUIDORES DE LA VIDA

“Vio y creyó”

 “Cristo ha resucitado. -Verdaderamente ha resucitado”, dicen hoy muchos polacos. Es un modo excelente de expresar lo que sucedió el primer domingo de la historia. Jesús, que había sido crucificado, muerto y sepultado, volvió a la vida para no volver a morir. Cuando María Magdalena fue al sepulcro para terminar de embalsamar su cuerpo, se encontró con que allí no había nada. Sólo, en el suelo, la sábana y las vendas que lo habían envuelto siguiendo  la costumbre judía, y el sudario de la cabeza bien doblado y colocado en un sitio aparte. Nadie lo había robado, porque los judíos habían puesto un piquete de soldados para custodiarlo. Había sucedido lo que él había anunciado: que, una vez crucificado, resucitaría al tercer día. Con este acontecimiento cancelaba un mundo viejo, que había comenzado poco después de la creación del primer hombre, y recreaba un mundo nuevo. El mundo viejo era el de la rebeldía del hombre contra Dios y el de la muerte, su consecuencia. El mundo que nacía, ya no tendría la muerte como señora y el pecado como rey. Ciertamente, la muerte sigue existiendo y el pecado también. Pero un día los muertos también resucitarán y el pecado dejará de existir para siempre. Esta es la fe que los cristianos profesamos cuando decimos en el Credo: “creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna”. Alguna vez me han preguntado qué trajo Jesucristo al mundo. Siempre he respondido: nuestra resurrección y la vida eterna. Los cristianos no somos discípulos de “la nada”, del “se acabó”, sino de Jesucristo y, en él, del comienzo de la eterna al final de esta vida.

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