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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 23 del Tiempo Ordiario (8.9.2024) Ciclo B

UNA SORDERA MUY ACTUAL

“Se le abrieron los oídos y se le soltó la lengua”

Jesús se encuentra fuera de su Patria. Pero hasta allí ha llegado su fama de taumaturgo. Los familiares o amigos de un sordomudo, que no quieren desaprovechar la oportunidad, se lo llevan para que le cure. Jesús apartó al sordomudo, le metió los dedos en sus oídos, dijo “effetá” –que significa “ábrete”- y el pobre enfermo comenzó a oír y a hablar con soltura. Iniciaba así una nueva vida con la recuperación plena de las relaciones sociales. Hoy necesitamos que Jesús repita el milagro. Porque hay muchos que padecen no esa enfermedad física sino una sordera espiritual. De alguna manera, todos la padecemos o, al menos, todos tenemos una cierta dureza de oído. No escuchamos la voz de Dios y hemos perdido o tenemos muy debilitada la capacidad de hablar con él. Jesús ya nos abrió el oído cuando recibimos el bautismo. Pues en ese sacramento también nos dijo la misma palabra del evangelio de hoy: “effetá”. Pero las mil voces y ruidos de la vida nos han causado una sordera total o parcial. Parece que la vida es igual y que no necesitamos escuchar la Palabra de Dios para desenvolvernos con soltura en medio de nuestros compromisos familiares y sociales. Sin embargo, una mirada atenta a lo que sucede a nuestro alrededor y en nosotros mismos nos descubre que nosotros y el mundo necesitamos a Dios. Lo constatamos cuando llega la muerte de un familiar, una enfermedad incurable, la pérdida del trabajo, el fracaso en el matrimonio. Lo vemos también en los comportamientos de tantos servidores públicos. Quizás valga la pena pararse un momento a reflexionar.

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