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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo de la Sagrada Familia (30. XII. 2012) - Ciclo C

CUANDO LOS PLANES DE DIOS NOS SUPERAN

“¿Por qué has hecho esto?”

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Estamos en el Templo de Jerusalén, donde un grupo de doctores explica la Ley de Moisés a un grupo de fieles judíos, entre los que hay algunos niños. Uno de ellos es Jesús, que ha venido por primera vez desde Nazaret para celebrar la Pascua. Sus preguntas son tan profundas que les asombra. Llega su Madre. En otra ocasión, se hubiera sentido profundamente halagada por ese hijo tan listo. Pero ahora, sólo es capaz de decirle: “Hijo, ¿por qué has hecho esto con nosotros? Tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Es la expresión espontánea de una madre que ha pasado por una situación angustiosa y deja traslucir todo lo que ha sufrido. No estaba acostumbrada a un comportamiento semejante. Más aún, nunca se lo hubiera imaginado. Efectivamente, hace tres días que ‘su’ Jesús se ha perdido…voluntariamente. Pero si  inesperada y desconcertante había sido esta pérdida intencionada, no lo es menos la respuesta que da a su Madre: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía ocuparme en las cosas de mi Padre?” Jesús llama “Padre” suyo a Dios. Nadie hasta ahora lo había hecho. “Señor y Dios”, le había llamado María en la Anunciación; “Señor, Dios de Israel”, le había confesado Zacarías; “Señor”, le había proclamado el anciano Simeón. Llamando a Dios “Padre”, Jesús es consciente de estar en una situación absolutamente singular respecto a él. Tiene conciencia clara de ser el Hijo de Dios y de haber venido a cumplir la voluntad de su Padre. María y José no comprendieron la respuesta. No es extraño, porque todavía hoy no es fácil captar su tenor y su mensaje. María y José tienen que aprender -y experimentarlo dolorosamente- que Jesús está sometido a una autoridad más alta que ellos. Que Jesús recorrerá su camino, tal y como se lo ha trazado de antemano su Padre. Cuando en nuestra vida  aparezcan “porqués” incomprensibles, desconcertantes, María nos señala el camino a recorrer: “Ella lo meditaba en su corazón”, lo rumiaba, y … lo aceptaba. Se fiaba de Dios y asumía unos planes que la superaban. Tener confianza y fiarse de Dios. Esta es la respuesta.     

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