Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Dominto 5 del Tiempo Ordinario (7.II.2016) - Ciclo C

MANOS VACÍAS Y REPLETAS

“Rema mar adentro”

____________________________________________________

Pedro es pescador de oficio. Por eso, salió ayer al atardecer a pescar al lago de Genesaret. Durante toda la noche lo recorrió de arriba abajo y siempre con la misma suerte: no pescó nada. A primeras horas de la mañana ha venido a la orilla y se topa con una inmensa muchedumbre que se agolpa en torno a Jesús para oír sus palabras. Con el fin de que todos le oigan y no le estrujen, Jesús sube a la barca de Pedro y comienza su predicación. No sabemos de qué habló aquel día, porque san Lucas prefirió contarnos lo que hizo. Lo primero fue dar a Pedro una orden desconcertante: “Rema mar adentro, y echa las redes para pescar”. Pedro le responde con una objeción muy lógica: “Maestro, hemos estado pescando toda la noche y no hemos pescado nada”. Que era tanto como decirle: “si durante el tiempo de pesca no hemos cogido un pez, ahora que no es tiempo de pescar, ¿qué cabe esperar?” Pero enseguida rectifica y añade: “No obstante, en tu nombre echaré la red”. Y, efectivamente, remó mar adentro, echó las redes y cogió una redada de peces como nunca. Tanta, que tuvo que pedir ayuda a Juan. Aun así, “casi se hundían” las dos barcas. ¡Siempre pasa igual! Cuando los hombres de Iglesia –seglares o clérigos- vamos a pescar por nuestra cuenta, fiados en nuestras destrezas y cualidades, tenemos la misma suerte que Pedro: trabajamos, nos afanamos, nos cansamos, inventamos mil cosas… y no pescamos un pez. En cambio, cuando contamos con la fuerza del Señor y la luz del Espíritu Santo, también logramos frutos insospechados. Los tiempos que corremos no difieren mucho del lago estéril del pescador Pedro: las cosas no están fáciles y muchos hombres y mujeres se resisten. Sin embargo, un hombre de una inmensa fe y santidad, san Juan Pablo II, nos propuso en nombre de Cristo este lema para el nuevo milenio: “Duc in altum, rema mar adentro…Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”. Necesitamos más fe en el Señor. ¡¡Muchísima más fe!! No nos empeñemos en no contar con el Señor. Sin él, nuestras manos apostólicas estarán vacías. Con él, se colmarán. 

0 comentarios