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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 26 del Tiempo Ordinario (27.9.2015) - Ciclo B

¿INTRANSIGENTES O FLEXIBLES?

“Más le valdría que le echasen al mar”

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El evangelio de hoy nos sitúa ante una cuestión de gran actualidad: ¿hay que ser flexibles o intransigentes? El punto de partida es la reacción del discípulo Juan frente a la actuación de uno que no es del grupo de los apóstoles: “hemos visto que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido prohibir”, dice a Jesús. Juan se muestra intransigente con esa persona. Jesús le responde: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de Mí”. Jesús muestra flexibilidad. Sin embargo, a renglón seguido, adopta una postura de intransigencia radical en dos supuestos. El primero se verifica cuando se escandaliza a los niños y pequeños en la fe. Escandalizar es incitar a otro con palabras o acciones a ofender a Dios. Cuando esto se hace con los niños, Jesús dice unas palabras terribles: “Más le valdría que le atasen una rueda de molino y le echasen al fondo del mar”. El segundo caso se da cuando somos nosotros mismos los que nos escandalizamos, es decir, cuando nos colocamos voluntariamente en situación de pecar gravemente. Jesús enseña que si hay circunstancias que nos inducen al pecado mortal, hay que ser radicales, aceptando incluso las renuncias más fuertes. Lo dice con palabras simbólicas pero llenas de fuerza: “Si tu mano te hace caer, córtatela”, “si tu pie te hace caer, córtatelo” y “si tu ojo te hace caer, arráncatelo”, porque más te vale entrar “manco”, “cojo” o “tuerto” en el Cielo que con las dos manos, pies y ojos ir al infierno. En la vida de Blanca de Castilla se cuenta que, en una ocasión, dijo a su hijo Luis IX, rey de Francia: “Preferiría verte muerto a mis pies, antes que cometieras un pecado mortal”. Una madre que reacciona así es porque ha comprendido la malicia del pecado mortal. ¿Intransigentes o flexibles? Jesús resuelve el dilema con la claridad de siempre: flexibles con las personas, es decir, comprensivos, acogedores; pero inflexibles radicales con el escándalo a los demás, especialmente a los niños, y con las ocasiones que nos llevan al pecado mortal, que hoy, por desgracia, ¡son tantas!          

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