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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 1º de Cuaresma (14.II.2016) - Ciclo C

¿EXISTE EL DEMONIO?

“No sólo de pan vive el hombre”

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¡Ya lo creo que existe el demonio! Basta abrir los ojos para advertirlo o leerse la vida de santos tan santos como el cura de Ars o santa Teresa de Jesús. Lo peor, con todo, no es que existe. Lo trágico es que es nuestro mayor enemigo y nosotros le tratamos como si fuera nuestro amigo y nuestro invitado. Cuando hablo de que existe el demonio me refiero a que existe un ser personal, alguien que está dotado de inteligencia y de voluntad. Ya sé que hay muchos que no creeen ese tipo de demonio y sólo admiten que sea un símbolo, es decir, un modo de hablar del mal que existe en el mundo. Tendrían que leer a Baudelaire –que no se comía los santos- que dejó esta lapidaria sentencia: “La mayor astucia del demonio es hacer creer que no existe”. O a Goethe que se lo tomó muy en serio. Bien es verdad que los cristianos lo tenemos más fácil, pues basta escuchar el evangelio de este primer domingo de Cuaresma. Ahí está la prueba del nueve sobre el demonio como ser personal, no como un mal genérico o global del mundo. Jesucristo y él se encuentran frente a frente, de tú a tú. El demonio, haciéndole tres propuestas para que se aparte de la voluntad del Padre y Jesús dándole otras tantas veces en la cabeza y volviéndole las espaldas. Pero no sólo es importante que sepamos que el demonio existe y que busca perdernos y alejarnos de nuestra felicidad, que es Dios. También lo es que sepamos que tiene muchos y eficaces colaboradores en la cultura, en la economía, en la política, en las instituciones, en el mundo de la diversión y en el de la comunicación. ¿Cómo detectarlos? Con el criterio del Evangelio: viendo sus frutos. El demonio es siempre y esencialmente odio a Dios, rebeldía, mentira, división, confusión entre el bien y el mal y la verdad y el error. Pero no tengamos miedo al demonio. Jesucristo le venció y nosotros le venceremos si usamos las armas que él nos dejó: la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración, la huida de las ocasiones de pecado, la devoción a la Virgen, la confesión frecuente. ¡Cuaresma, gran tiempo de gracia, nos ofrece una nueva oportunidad!         

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