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LITURGIA DEL VATICANO II

Epifanía del Señor (6.I.2013) - Ciclo C

LOS MAGOS, BUSCADORES DE LA VERDAD

“Hemos visto su estrella”

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El evangelio de hoy es uno de los más conocidos y el primero que hemos celebrado con toda solemnidad desde nuestra más tierna infancia. En líneas generales lo seguimos recordando, aunque hayamos dejado de frecuentar la Iglesia. Sabemos que se trata de tres “magos”, probablemente “astrólogos”, es decir: estudiosos de las estrellas y de los astros. Mientras cultivan su disciplina, reciben una indicación del nacimiento del Mesías y un impulso de ponerse en camino para buscarlo, sin conocer ningún itinerario preciso ni la meta. Asumen el esfuerzo y el riesgo,  y emprenden la marcha. Llegan a Jerusalén, Al preguntar les indican que esta no es la meta y son remitidos a otro lugar. Se lo indican “los escribas”, “los escrituristas”, que saben muy bien que Miqueas ha profetizado que Belén es el lugar preciso. Ellos pertenecen al pueblo para el que ha venido el Mesías, pero no se mueven de Jerusalén, no van a encontrarse con el Mesías que ya ha nacido. Los Magos no pertenecen a ese pueblo, pero se ponen en camino. Se sirven de la ciencia de los escribas y prosiguen la marcha. Y Dios les da la última orientación a través de una nueva luz. Llegan a Belén y encuentran al Niño y a su Madre. Al verlo,  hacen lo que hacen los orientales –ellos lo son- cuando reconocen que alguien es su señor y saben que dependen de él, sea un rey o un dios: “se postraron y le adoraron”. Los Magos se postran ante un niño que no dice nada ni les da nada, que no tiene ningún señorío ni poder exterior. Desde la fe ven que es su Señor, el Rey y Pastor de los paganos. En las representaciones antiguas, aparecen siempre tres Magos: uno joven, otro en plena madurez y otro anciano; uno asiático, otro europeo y otro africano. No se corresponde con el texto literal pero sí con el espíritu del Evangelio. Todas las edades de la vida y los hombres de todos los continentes llegan a la meta cuando se encuentran con este Niño y le reconocen como su Señor y su Dios. Él ha venido para todos los hombres y mujeres de todos los colores y situaciones. También para mí y para ti. ¿Tendremos la fe y la humildad de los Magos para adorarle?         

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