Domingo 18 del Tiempo Ordinario (3.8.2025) - Ciclo C
CUANDO DOS Y DOS NO SON CUATRO
“Así será el que no es rico ante Dios”
En matemáticas, dos y dos siempre son cuatro. Pero en la vida no sucede así. No es que fallen las matemáticas, sino que a “dos más dos” hay que añadir siempre otro sumando. La parábola del evangelio de este domingo nos lo explica. Un rico labrador había tenido tal cosechón, que necesitó derribar sus almacenes y construir unos nuevos. Cuando contempló aquellos montones de cereal, se dijo, satisfecho: tengo asegurado el futuro; desde hoy, a comer, a beber y a la buena vida. Dos más dos. Pero se había olvidado del sumando con el que siempre hay que contar: que la vida tiene fecha de caducidad y el fin puede estar más próximo de lo que pensamos. Así le aconteció a él. Su vida concluyó aquella misma noche. Entonces surgió la pregunta, que nunca debía haber olvidado: “Lo que has acumulado ¿de quién será?” La parábola concluye: “Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico para Dios”. La riqueza, aunque sea un bien, no es un bien absoluto. Ella no asegura la salvación. Más aún, puede ponerla seriamente en peligro. A ese peligro se refería Jesús en la parábola. Quería poner en guardia a sus discípulos contra ese riesgo. Y a nosotros también. Diría más: a nosotros, de modo especial. Hoy, en efecto, está muy difundida la idolatría del dinero, del placer y del bienestar. Idolatría que se agudiza durante el tiempo de vacaciones. Muchas veces da la impresión de que vivimos como si Dios no existiera. Los cristianos no podemos seguir este modelo. Nuestro tesoro consiste en amar a Dios por encima de todo y servir a los demás por amor.
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