Domingo 17 del Tiempo Ordinario (27.7.2025) - Ciclo C
REZAR ES MUY SENCILLO
“Pedid y se os dará”
“Todavía guardo la imagen de mi padre, puesto de rodillas para rezar al rosario tras una dura jornada de trabajo en el campo. Ella fortaleció mi vocación”, decía un religioso a quien preguntaron por qué se había hecho sacerdote. ¡Cuántos podrían confirmar su testimonio! Porque la fuerza del ejemplo es tan grande, que el sabio refranero castellano ha sentenciado: “lo que se ve, se aprende”. El evangelio de este domingo lo confirma. Los apóstoles veían que Jesús se retiraba para orar. Unas veces, tras un día de intensa predicación; otras, antes del amanecer. Ellos querían imitarle, pero no sabían cómo. Por eso, “una vez que estaba Jesús orando, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: enséñanos a orar”. Jesús escuchó su petición y les enseñó. Pero no con una conferencia, sino entregándoles el Padre Nuestro: “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre”. Es una oración insuperable. Por su sencillez, hondura y universalismo. Todas sus peticiones se poyan en que Dios es nuestro “Padre”. No sólo mío, sino nuestro. Por eso todo lo pedimos en plural: que nos ayude a honrarle y a cumplir su voluntad, que nos dé el pan del alma –la eucaristía- y del cuerpo, que nos perdone todas nuestras ofensas, que nos ayude a no caer en la tentación y que nos libre del maligno, del demonio. No es extraño que el gran apologista Tertuliano de Cartago dijese del Padre nuestro: “¡Cuántos deberes son cumplidos a la vez!”. Invito a los padres a rezar el Padre nuestro con sus hijos, desde que apenas saben hablar. Cuando la vida los zarandee, puede ser su tabla de salvación.
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