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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 4 DE ADVIENTO - CICLO B

LA «MISS UNIVERSO» DE LA GRACIA

«Bendita tú entre todas las mujeres»


 

Estamos en Nazaret. Pero no en la actual ciudad, sino en el villorrio de hace dos mil años. Una muchacha se va a convertir en «miss universo». Y, no por un año, sino mientras el mundo sea mundo. Ella, lo ignora completamente, pero la cosa va en serio: «Alégrate, María, llena de gracia», le dice un ángel al comunicarle la gran noticia. La muchacha se echa a temblar. El ángel la tranquiliza: «No temas», pero «concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin» Ella comprende en un instante que Dios le pide su capacidad de mujer para dar la vida humana a Jesús. A ella se le confía enteramente la misión que una madre tiene con su hijo. Se le pide una entrega total, corporal y espiritual. Queda asociada por completo al servicio de Jesús. Aunque es él, no ella, el Salvador del mundo, a ella se le llama a prestar su servicio, para que Jesús pueda llegar a la existencia humana y tener un desarrollo plenamente humano. ¡Pobre muchacha, si tuviera que ser ella la que realizara esta prodigiosa misión! Pero no. «El Señor está contigo», le ratifica el ángel. Es decir, Dios hará que puedas cumplir lo que para ti es imposible. María pregunta, con toda humildad y candidez: «Dime cómo voy a realizar esto, porque yo no sé cómo, pues soy virgen y virgen he de permanecer» Propio de una verdadera vocación divina es comprender la insuficiencia personal. María lo ha comprendido perfectamente. Será Dios quien le haga posible realizar la misión que él mismo le ha confiado. «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra», le dice el ángel. Será el mismo Dios quien te fecunde y te haga Madre suya. María sólo alcanza a decir: «Aquí estoy. Que se haga lo que Dios quiere». Y «el Verbo se hizo hombre». María hizo posible el más grande prodigio que han contemplado los siglos. La belleza de su humilde y total disponibilidad ha servido a Dios para declararla «miss» universo del Cielo y la Tierra. ¡Dios te salve, María...Bendita tú entre todas las mujeres» 

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