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LITURGIA DEL VATICANO II

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO (22.XI.09)

JESUCRISTO, REY DEL MUNDO Y DE LA HISTORIA

«Mi reino no es de este mundo»

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Jesús está ante Pilato, el hombre que tiene derecho sobre la vida y la muerte en Judea. Pilato le hace esta pregunta: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Está en juego la condena a muerte o la absolución. Jesús responde, interrogando a su vez a Pilato: «¿Dices esto por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato se deja interpelar, pero demuestra que no quiere dejarse llevar por las valoraciones de otros o por los juicios sumarios. Al contrario, antes de emitir sentencia, desea establecer lo que realmente ha hecho el acusado. Jesús insiste hasta tres veces: «Mi reino no es de este mundo» Es decir, mi reino no es humano-terreno, no tiene pretensiones territoriales o de dominio, no usa instrumentos de poder. Y le da esta prueba concluyente: sus seguidores no han arriesgado su vida para defenderle, ni han recurrido a la violencia ni al combate, como ocurre con el poder político terreno. Pilato queda convencido de la demostración. Pero vuelve a preguntar, ahora más intrigado: «Luego ¿tú eres rey?» Jesús asume la responsabilidad de su misión y le contesta con absoluta claridad: «Sí, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad» En la respuesta va el significado global de su nacimiento y de su venida: dar testimonio de la verdad. Sólo por esto está en el mundo y sólo en esto consiste su obra de Rey. Jesús afirma que conoce la verdad y que su testimonio es absolutamente digno de crédito. No se refiere a una verdad cualquiera, sino a la verdad sobre Dios. Gracias a este testimonio, sabemos que Dios ama ilimitadamente a los hombres y quiere acogernos en la comunión de su vida divina. Jesús quiere conquistarnos para esa vida de comunión con el Padre, en la que vive él mismo. Desvelándonos esa vida, él se revela como Pastor y Rey sin posibilidad de comparación con nadie. La acogida de este testimonio y de esta realeza de Jesús obliga a estar abiertos a Dios y a la verdad sobre Dios. Pilato cometió el error de cerrarse a este testimonio. Tú y yo ¿qué hacemos?   

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