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LITURGIA DEL VATICANO II

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO (29.XI) - Ciclo C

LA VIDA ES UNA SALA DE ESPERA

«Se acerca vuestra liberación»

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El evangelio de hoy está escrito en tonos e imágines apocalípticos: «Habrá signos en el sol, la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje». Sin embargo, su mensaje es de consolación y  esperanza. Porque nos descubre que no estamos caminando hacia el vacío y la nada sino hacia el encuentro definitivo con el que nos ha creado y nos ama más que un padre y una madre. Desde el punto de vista cristiano, toda la historia humana es una larga espera. Pero la espera de un creyente no es como la de Beckett en su “Esperando a Godot”, donde se espera la llegada de un misterioso personaje sin la certeza de que llegará. Debía llegar a la mañana, pero envía a decir que llegará a mediodía, al mediodía que llegará al atardecer,  al atardecer que vendrá seguramente al anochecer, y al anochecer que quizás venga a la mañana siguiente. El cristiano no espera así. Él sabe que, al final, Jesucristo llegará con toda certeza. Y vendrá para ser nuestro Salvador, nuestro Liberador. Este Jesús sale ahora a nuestro encuentro en el Adviento que hoy comienza para anunciarnos este mensaje y para decirnos cómo hemos de comportarnos mientras llega el día de su definitivo retorno: «Tened cuidado: no se embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero y se os eche encima de repente aquel día». Todos sabemos bien que la preocupación por la vida terrena y los bienes materiales puede apoderarse de nuestro corazón hasta embriagarlo y ofuscarlo, sin que pueda pensar ya libremente en Dios y en el final de la vida humana. Quien así vive, no tiene en cuenta la venida de Jesucristo al final del mundo y se verá sorprendido como quien cae en una trampa. Nadie puede pasar por alto esta revelación, porque esta venida es la conclusión de su historia personal. Adviento nos trae, pues, esta ineludible e inquietante pregunta: «¿Hacía dónde estoy caminando, hacia dónde está orientada mi vida y mi actividad? ¿La vida es para mi una sala de espera donde espero la llegada de Jesucristo?                    

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