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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO CUARTO DEL TIEMPO ORDINARIO (31.I. 2010) -Ciclo C

ESPAÑA Y EUROPA ¿UN NAZARET MODERNO?

«Nadie es profeta en su Patria»

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Estamos de nuevo en Nazaret, pero en un escenario distinto al del pasado domingo.  Porque hoy, los paisanos de Jesús, en lugar de escucharlo, lo rechazan con tanta violencia que le obligan a decir con amargura: «Nadie es profeta en su tierra». Más aún, a huir, pues quieren matarlo. El evangelio tiene un mensaje inquietante para nosotros. En síntesis se puede resumir así: ¡Ojo, no cometamos nosotros el mismo error que ellos! Podemos cometerlo. Porque España, y en general Europa, es para el cristianismo lo que fue Nazaret para Jesús: «el lugar donde ha sido rechazado». Están repitiendo la conducta de los nazarenos: no reconocen a Jesús como lo que realmente es: el Mesías y  el Salvador del hombre y del mundo. Más aún, rechazan la misma fe en Dios. ¿Quién no recuerda el slogan publicitario escrito en los autobuses de Londres y de otras ciudades europeas: «Probablemente Dios no existe. Por tanto, deja de preocuparte y goza de la vida»? Lo más grave no es decir «goza de la vida», sino «Dios no existe, Dios es enemigo de la vida y de la felicidad, sin Dios, el mundo sería más feliz». Estos días se ha vuelto a repetir algo parecido con motivo del terremoto de Haití: «Dios es el causante de tanta destrucción. Dios es enemigo de nuestra felicidad. Rechacemos nuestra fe en este Dios y remediemos nosotros nuestros problemas» No puedo menos de acordarme del que decía: «Tienes muchas razones, pero no tienes razón» No tenemos razón para rechazar a quien por amor ha cargado sobre sus espaldas inocentes todo lo que debían haber llevado las nuestras. Es mejor reconocer que los hombres no tenemos respuesta a este desastre y a otro cualquiera en el que sufren y mueren los inocentes. Pero tampoco la tenemos para el odio de un esposo o de hijo hacia quienes más les han querido. En cualquier caso, diría a un no creyente: «amigo mío, si Dios no existe, yo no pierdo nada; pero si existe, tú lo pierdes todo». Pero creo que existe. Y que el dolor y la muerte serán vencidas un día por ese Jesús a quien yo acepto y acojo. ¡Y al que quiero amar siempre más!

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