Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

CORPUS CHRISTI (2.VI.2013)- Ciclo C

DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

“Esto es mi Cuerpo”

____________________________________________________

Hoy es Corpus Christi, no Jueves Santo. Es una obviedad, pero quizás no esté de más  recordarlo. Ciertamente, en uno y otro caso, la Eucaristía es el centro de nuestra celebración y de nuestro amor. Pero en cada uno de ellos contemplamos el misterio desde un ángulo diferente. Algo así como cuando miramos las diversas fotografías de familia. Todas recogen la misma realidad: los padres, los hijos y los nietos. Pero unas son de primera comunión, otras de boda y otras de bautizo. La Eucaristía es un misterio con muchas caras. Es el sacrificio de Jesucristo en la Cruz, actualizado sacramentalmente. Es comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo. Y es presencia de Cristo Resucitado, gracias a la conversión del pan y del vino por las palabras y el poder del mismo Jesucristo –dichas por su ministro: el sacerdote- y la acción del Espíritu Santo. Esa presencia es tan verdadera, tan real, que podemos hincar la rodilla en adoración. Si no fuera así, cada vez que hacemos ese gesto: del Papa al último cristiano, haríamos un acto de idolatría. En cambio, al hacerlo con fe y reverencia, confesamos que Jesucristo es verdadero Dios y, por eso, digno de ser reconocido y proclamado como tal. Esta presencia se hace realidad durante la Misa. Pero dura cuando ésta termina. Como enseña el Catecismo, la presencia de Jesucristo permanece mientras no se corrompen las sagradas especies de pan y vino. Por eso, las guardamos en el sagrario y desde allí las llevamos a los moribundos y a los enfermos, y las exponemos en la custodia o en el copón sobre el altar, bien sea durante un cierto tiempo –como ocurre diariamente, por ejemplo, en las Esclavas o en el Santo Cristo de la Catedral-, o durante toda la noche –como hacen los adoradores de la Adoración Nocturna- o de día y de noche ininterrumpidamente, como acontece ahora en la Parroquia de san José Obrero de nuestra ciudad. Y una vez al año, el día del Corpus Christi, procesionamos la Sagrada Hostia por las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades, y hacemos una proclamación de fe eucarística tan rica, variada y multicolor que se podría decir que  ‘tiramos la casa por la ventana’ para adorar al Señor. ¡¡Bendita misa y procesión del Corpus que conserva, acrecienta y fortalece lo que es ‘la joya de la corona’ de la Iglesia.     

0 comentarios