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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 5 de Cuaresma (2.IV.2017) - Ciclo A

¿MUERTOS O DORMIDOS?

“Yo soy la resurrección”

____________________El evangelio de este domingo narra la resurrección de Lázaro de Betania. Allí vivían tres hermanos: Lázaro, Marta y María. Jesús tenía una gran amistad con ellos. Un día enfermó gravemente Lázaro y a Marta le faltó tiempo para pasar aviso a Jesús, consciente que vendría a curarle. Jesús recibió la noticia pero siguió predicando. Por fin vino a Betania. Marta, hecha un mar de lágrimas, musitó: “Si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. Jesús le replicó: “Tu hermano resucitará”. A lo que ella contestó: “Sí, el último día”. Jesús se refería a otra cosa. Le estaba diciendo que volvería enseguida a vivir. Y pidió que le llevaran donde estaba el cadáver. Al llegar al sepulcro, Jesús mandó quitar la losa. Pero Marta reaccionó: “No, ya huele. Lleva muerto cuatro días”. Jesús, después de repetirla que creyera, da una fuerte voz y grita: “Lázaro, sal fuera”. Y Lázaro volvió a la vida. Fue un milagro espectacular. Pero la Iglesia no lo lee hoy con ese registro sino en clave bautismal. Quiere dar, en efecto, la tercera y última catequesis sobre el Bautismo a los adultos que recibirán ese sacramento la próxima Noche de Pascua. Jesús volverá a repetir el milagro. Más aún, lo mejorará. Efectivamente, Lázaro resucito pero volvió a morir. El que se bautiza viene muerto, pues trae a cuestas el pecado original y los pecados personales que ha cometido a lo largo de su vida. Si se abriera en canal su alma, daría un olor mucho más fétido que Lázaro. Jesús –que es quien en realidad bautiza, a través del ministro- le devuelve la vida de la gracia y amistad con Dios. Un día, la vida biológica llegará a su término y morirá. Pero no de modo definitivo. Porque el Bautismo le ha hecho miembro de Cristo Resucitado. Le ha dado, por tanto, la prenda y la semilla de victoria sobre la muerte. También él resucitará. Pero no como Lázaro, sino como Jesús: para vivir para siempre. Los que creemos en Cristo y recibimos el Bautismo podemos decir, con verdad, que no nos morimos sino que nos dormimos por una temporada. Un día nos despertaremos para siempre. Por eso hemos sustituido necrópolis por cementerio, que significa dormitorio.

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