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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 28 DEL TIEMPO ORDINARIO (11.X) - Ciclo B

¿ERES RICO?

«Él se marchó triste»

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La pregunta no es retórica. La exige el evangelio de hoy, conocido como «el del joven rico». Un muchacho se acercó a Jesús y le preguntó qué debía hacer para alcanzar la vida eterna. Tras escuchar la respuesta: «Guarda los mandamientos», añadió contento: «Los he guardado siempre». Jesús «le miró complacido» La escena no podía comenzar mejor. Luego Jesús añadió: «Te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres y ven y sígueme». Fue aquí cuando las cosas se torcieron. Porque el joven, al oírlo, se puso triste, agachó la cabeza y se fue. San Marcos nos ha dejado escrito: «Tenía muchos bienes» Jesús se le quedó mirando y quizás recordó el «sígueme» que un día había hecho a Juan, Andrés, Santiago, Mateo y su respuesta generosa: «Dejándolo todo, le siguieron» Lo cierto es que, mientras veía alejarse al joven, añadió: «¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!» Los discípulos se quedaron impresionados, pero Jesús enfatizó: «¡Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios!». Ellos se quedaron aún más asombrados y Pedro, en nombre de todos, añadió: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» Jesús le contestó con unas palabras que a mí me encantaría podérmelas aplicar con verdad: «Os aseguro que quien deje casa, hermanos o hermanas, madre o padre, o hijos o campos por mí y por el Evangelio recibirá cien veces más y heredará la vida eterna» Vuelvo a hacerte la pregunta, dando por supuesto que  no tienes mucho dinero en el banco ni en acciones: ¿Eres rico? Es decir: ¿A qué cosas, personas, preferencias, prejuicios, necesidades... estás tan apegado, que te impiden decir «sí» a lo que Jesús ahora te está pidiendo? Yo te aseguro que hay muchos -¡muchos!- que están tan atenazados por «algo», que les impide vivir el noviazgo y el matrimonio como Dios quiere, entrar en un seminario o en un convento, o salir de una vida apoltronada. ¡Respóndete con sinceridad! Porque de ello depende que seas feliz o sigas estando triste.       

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