Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 30 del Tiempo ordinario (26. X. 2014) -Ciclo A

DIJOS Y LOS DEMÁS EN EL CENTRO

“El primero es… amarás al Señor”

___________________________________________________

613 eran los preceptos y prohibiciones que los escribas habían sacado de la Ley de Moisés. Era lógico, por tanto, que una persona recta, viendo las sabias respuestas de Jesús, se acercase para preguntarle: “¿Cuál es el primer mandamiento?” La respuesta de Jesús fue, como siempre, clara y contundente: “El primer mandamiento es este: amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con  toda el alma y con todas tus fuerzas”. Y añadió: “El segundo es semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Primero, Dios. Luego –pero sin solución de continuidad- el hombre, nuestro prójimo. ¡Qué sociedad tan diferente tendríamos si gobernantes y gobernados, periodistas y televidentes, sindicalistas y políticos, banqueros e hipotecados, maestros y discípulos, sacerdotes y seglares, padres e hijos pusiéramos a Dios y al prójimo en el centro de nuestros objetivos y actividades. Desaparecería la corrupción, porque el amor impide robar a nadie (7º mandamiento); el aborto y la eutanasia, porque el amor no permite quitar la vida no nacida o terminal (5º mandamiento); el desamor de hijos a padres y la infidelidad de los esposos (4º y 9º mandamientos), porque el amor exige renunciar al propio egoísmo y darse generosamente a los demás. Desaparecería la explotación sexual de la mujer y de los niños (6º mandamiento), el odio (5º mandamiento) y la maledicencia y la calumnia (8º mandamiento). Dejaríamos de escandalizar con nuestras blasfemias (2º mandamiento), se llenarían las misas de los domingos con novios y matrimonios jóvenes. Porque el amor no es algo etéreo, sentimental o subjetivo, sino que está hecho de realidades concretas. Dios nos ha trazado diez carreteras que nos conducen a la gran autopista del amor a él y al prójimo. Son los Diez mandamientos. Los 3 primeros, miran directamente a Dios; los  otros 7, al prójimo. Haríamos muy bien en aprenderlos, pues si no los conocemos ¿cómo los viviremos? Y si no los vivimos, ¿cómo cambiaremos esta sociedad podrida y cómo superaremos el egoísmo e individualismo que nos corroen?                    

0 comentarios