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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 4 de Adviento (20. XII. 2015) - Ciclo C

VEINTE SIGLOS ANTES QUE EL VATICANO II

“Dichosa tú que has creído”

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Estamos en un pueblo que ahora se llama Ain Karim, a siete kilómetros de Jerusalén y unos 130 de Nazaret. Frente a frente se encuentran dos madres. Ambas son primerizas. La una es una jovencita de diez y seis años. La otra, una anciana. Son las dos madres más  importantes de toda la historia. No es vano la una lleva en su seno al “rey de cielos y tierra” y la otra al que no superará “ninguno nacido de mujer”. La Madre de Dios y la madre del que irá delante de él anunciándolo y preparando sus caminos. Sus nombres son bien conocidos para nosotros: María e Isabel. Son primas, o, quizás, tía y prima. María ha conocido por el ángel que Isabel “está ya de seis meses” y le ha faltado tiempo para dejar su casa y venir a atenderla. Podría haberse quedado en Nazaret preparando el ajuar para cuando nazca su hijo, pero ha dicho al ángel que ella es “la esclava del Señor” y si “el Señor” viene al mundo para instaurar un reino de amor y convertir su vida en un acto permanente de servicio, ella no puede sino ponerse a servir a quien la necesita. Gracias a ello, su prima podrá proclamarla como “la madre de mi Señor” –la Madre de Dios- y posibilitar que su hijo –Juan le llamarán más tarde- quede santificado desde antes de nacer. Y ella podrá cantar el mejor himno de alabanza y gratitud que se ha escuchado desde que el mundo es mundo: el Magnificat. Un himno en el que, entre otras grandes obras, se proclama que Dios ha hecho opción preferencial por los humildes y los pobres -“Derribó a los poderosos de sus tronos y encumbró a los humildes”- veinte siglos antes que lo hiciera el Vaticano II. No hay mejor pórtico para preparar la ya inminente Navidad que este evangelio de la Visitación de María a su prima santa Isabel. Hay que pararse a contemplarlo para descubrir dónde está la verdadera grandeza y dónde las apariencias. María e Isabel parecen “dos pobres aldeanas”. Tantas mujeres de hoy pueden parecer “reinas”. La verdad es que los papeles están cambiados: para Dios las “dos pobres aldeanas” son su Madre y la prima de su Madre. ¿No nos dice nada a nosotros? ¡Feliz Navidad!             

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