Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 2 de Navidad (3.I.2016) - Ciclo C

UNA PIRÁMIDE INVERTIDA

“Dios se ha hecho hombre”

____________________________________________________

Todos los caminos de salvación propuestos por el hombre, sean filosóficos o religiosos, antiguos o modernos, siempre han colocado a Dios encima de una pirámide ideal, tratando de llegar a la cumbre por medio de grandes esfuerzos especulativos o ascéticos. Nunca lo han logrado y, si lo han logrado, nunca han alcanzado al Dios vivo y santo que nos propone la Biblia sino a un simulacro. La Encarnación ha dado la vuelta a esa pirámide orgullosa. “El Verbo era Dios y el Verbo se ha hecho carne y acampó entre nosotros”, dice el evangelio de este domingo. Al hacerse hombre, Dios se ha colocado en la base y se ha hecho piedra angular. Frente al Dios propuesto por Platón: “Ningún dios puede mezclarse con los hombres”, y al de Aristóteles: Dios “mueve el mundo en cuanto es amado”, la Navidad cristiana propone una verdadera revolución: no es el hombre quien va a la conquista de Dios sino que es Dios quien toma la iniciativa y viene al encuentro del hombre. “No hemos sido nosotros quienes hemos amado a Dios sino que ha sido Dios quien nos amó primero…Nosotros amamos, porque él nos amó antes”. Pero la pirámide creada por Dios al venir a  la tierra, corre siempre en nosotros el riesgo de volver a su posición primera. Basta observar el panorama religioso de nuestro tiempo. Está lleno de propuestas que ponen a Dios al final de largos y tortuosos caminos de búsqueda, ignorando lo que dice el evangelio de hoy: “el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer”. Dios no es un ser lejano e inaccesible. Es un Dios tan cercano que se ha hecho un Niño. “Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios”, gustaba repetir a los Santos Padres de la Iglesia antigua. Y exclamaban atónitos y desconcertados: “¡Oh admirable intercambio!”. Pero este intercambio admirable sólo se hace real para el hombre, cuando el hombre está dispuesto a poner su soberbia y su orgullo a los pies de la cuna de Belén, haciéndose él mismo niño, pequeño, humilde, sencillo. ¡Que el Señor nos lo conceda en el Año nuevo que acabamos de estrenar!    

0 comentarios