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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 32 del Tiempo Ordinario (12.11.2023) - Ciclo A

SENSATEZ Y NECEDAD

“Y se cerró la puerta”

Se desnudan los árboles. Las tardes se acortan. Arrancamos las últimas hojas de los calendarios. Todo indica que llegamos al final. La liturgia no es ajena a este clima y sus textos insisten también en “esto se acaba”. Sólo que lo que se acaba es nuestra existencia. Sus tonos no son dramáticos ni miedosos pero sí muy sinceros y realistas. Porque nos recuerda lo que nos estamos jugando en nuestra vida. Nos lo dice con una parábola tan sencilla como profunda: cuando llegue la muerte, cuyo momento desconocemos todos, unos se encontrarán preparados y otros no, como las doncellas que acompañaban a la novia en la noche de bodas mientras llegaba el esposo. Las cinco preparadas, entraron al banque de bodas y las otras cinco no lo estaban y quedaron fuera. Así nos ocurrirá a todos nosotros. Los preparados entrarán en el banquete de bodas del Cielo para ser felices por toda la eternidad. Otros, en cambio, a lo que estaban y para lo que habían vivido eran “sus cosas”: pasarlo bien, mandar mucho,  tener cada vez más cosas y dinero, viajar de acá para allá, en una palabra, en todo lo que es transitorio, sin verdadero valor, sin raíces de eternidad. Pero el “carpe die” tiene las patas cortas. Sólo el amor las tiene largas y capaces de llegar hasta el verdadero final. Esta parábola, pues, de las diez doncellas que acompañan a la novia que espera al novio, muestra que hay que estar preparados, como las cinco sensatas. Dejar todo para un final imprevisto, como hicieron las otras cinco, es necedad. Porque podemos encontrar la puerta cerrada para toda la eternidad. Y eso es muy triste.    

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