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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 31 del Tiempo Ordinario (5.11.2023) - Ciclo A

PALABRASA Y EJEMPLO

“Haced lo que os digan2

¿Hay algo más descalificador para un educador que un tercero advierta a sus pupilos: Ojo, haced lo que os enseñan pero no sus ejemplos? ¿Qué ocurría a los educadores del pueblo de Dios para que Jesús les descalifique en esos términos tan radicales? Ellos debían enseñar la Ley que Moisés había recibido de Dios en el Sinaí y ser los primeros en  cumplirla. Sin embargo, se fijaban en bagatelas externas y no tomaban en serio “la justicia, la misericordia  y la fidelidad”. Hacían ayunos, limosnas y oraciones, pero por ostentación, “para que les vea la gente”. En esta misma línea se movían en los ámbitos sociales, porque les gustaba ocupar los primeros puestos en los banquetes, los lugares de honor en las sinagogas y que les llamaran “doctores”, es decir que dijeran cuánto sabían y qué listos eran. En el centro de su misión no estaba Dios ni los que Dios les había confiado sino en ellos mismos. Para sus discípulos Jesús exige un comportamiento totalmente opuesto. Nosotros somos ahora los discípulos de Jesús. La pregunta es, pues, irrecusable: ¿Los sacerdotes –yo el primero- los padres, los educadores de todo tipo, también los políticos, nos vemos reflejados en aquellos fariseos o guiados por las palabras de Jesús que nos dice que todos los cristianos, antes de ser distintos, “sois hermanos”? Frente a esta radical igualdad, todo lo demás pasa a segundo plano. Quizás valga la pena detenerse a pensar el influjo social y religioso -incluso para los más alejados-, que causaría este modo de proceder, comenzando por los más cercanos: familia, amigos, colegas de trabajo.   

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