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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 21 DEL TIEMPO ORDINARIO (21.VIII.2011) - Ciclo A

LA GRAN PREGUNTA DE TU VIDA

«¿Quién decís que soy Yo?»

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Que César pasara o no el Rubicón, que Carlos V fuera Emperador de Alemania o de Rusia, que Napoleón muriera desterrado o como emperador pueden ser verdad o mentira pero en nada afectan a nuestra salvación. Con Jesucristo no sucede así. Porque él asegura que el que cree en él, salva su vida, y el que no, la pierde. Dijo también que es el Camino, la Verdad y la Vida. Tu existencia y la mía, por tanto, cambian radicalmente según sea la respuesta que demos a la pregunta que formuló a sus discípulos y que recoge el Evangelio de hoy: «Vosotros, ¿quién decís que soy Yo?» Tú ¿quién dices que es Jesucristo?, ¿quién es Jesucristo para ti? Desde que sus discípulos le siguieron, le escucharon palabras tan maravillosas como las Bienaventuranzas, le vieron realizar milagros tan portentosos como la resurrección de Lázaro y presenciaron escenas tan conmovedoras como la defensa de la adúltera o la devolución del hijo vivo a la viuda de Naim. Sin embargo, Jesús nunca les preguntó qué opinaban de las Bienaventuranzas o de sus milagros. Les preguntó, en cambio, quién era él para ellos. No se conformó con saber lo que decían los demás. Le importaba lo que pensaban sus discípulos. Lo mismo sucede con nosotros, discípulos suyos en el siglo veintiuno. Lo que más importa es qué pensamos de él y, por consiguiente, qué papel juega él en nuestra vida. Ghandi –que nunca fue cristiano- dejó escrito: «Yo digo a los hindúes que su vida será imperfecta si no estudian respetuosamente la vida de Jesús». Benedicto XVI  va mucho más lejos. Un cristiano no será tal, mientras no se encuentre personalmente con Jesucristo. No basta saber más o menos cosas de religión, o hacer alguna obra caritativa. Ni siquiera es suficiente ir a misa. Es preciso encontrarse de tú a tú con Jesucristo, descubrirle como mi Dios y mi Salvador, tener la experiencia de que me quiere y me perdona, preferirle a él sobre cualquiera otra persona, cosa o actividad. La gran pregunta de nuestra vida sigue siendo, por tanto, la que recoge el Evangelio de hoy: «¿Quién decís que soy YO?» Nos va la vida en ella.            

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