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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo de Pentecostés (19,V.2013) - Ciclo C

EL QUINTO EVANGELIO SE ESTÁ ESCRIBIENDO

“Os enviaré otro Consolador”

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Quizás alguno se sorprenda al leer “quinto evangelio”. Porque en la catequesis y en la clase de religión le han enseñado que hay cuatro: los que escribieron Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Siendo esto verdad, también lo es que muchos teólogos llaman “quinto evangelio” o “evangelio del Espíritu Santo” al libro de los Hechos de los Apóstoles. No les falta razón, porque todas las páginas de ese libro rezuman presencia y acción del Espíritu Santo. Él inspira la predicación de los apóstoles, les ayuda en las grandes decisiones del concilio de Jerusalén y cuando han de abrirse a los paganos, les da inteligencia para comprender la misión que habían recibido de Jesucristo y, muy especialmente, les acompaña en su realización con la predicación evangélica, la celebración de los sacramentos y la vida de caridad hacia dentro y hacia fuera. Con todo, sería un error limitar la presencia y acción del Espíritu Santo –el quinto evangelio- al primer Pentecostés y a los posteriores decenios de la Iglesia. El Espíritu no se ha ausentado nunca de la vida de la Iglesia ni dejará de estar a su lado hasta el día del retorno definitivo de Jesucristo, al final de los tiempos. Más aún, en nuestro tiempo ha vuelto a hacerse notar tanto como en el primer Pentecostés. Nosotros mismos somos testigos de algunas grandes manifestaciones suyas: el Vaticano II, los nuevos carismas religiosos y laicales y la elección del Papa Francisco. El Vaticano II real –no el que nos ha vendido la prensa sensacionalista y una cierta teología- fue un nuevo Pentecostés. Todavía hoy se nos escapa lo que supone llevar como programa la llamada a santidad y al apostolado no sólo de los obispos, sacerdotes y religiosos sino también de los seglares. El día en que este programa pase del papel a la vida, veremos la verdad de lo que han afirmado Juan Pablo II y Benedicto XVI, cuando dijeron que era “la gran gracia” del Espíritu a la Iglesia en el siglo XX y el “faro” que debe iluminar su andadura en siglo XXI. ¡Ven Espíritu Santo, ven, para que sigamos el paso del Papa Francisco y llegue una nueva primavera a tu Iglesia y a cada uno de sus miembros!    

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