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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 18 del Tiempo Ordinario (4.8.2024) - Ciclo B

EN BUSCA DE LA FELICIDAD

“El que viene a Mí no pasará hambre”

Hay algo en lo que coincidimos hombres y mujeres, ricos y pobres, sabios e iletrados: la búsqueda de la felicidad. Todos, sin excepción, queremos ser felices y buscamos serlo de una u otra forma. Al cabo de más o menos tiempo de búsqueda, el resultado es muy diverso. Mientras algunos consiguen ser felices en la medida en que puede conseguirse en este mundo, otros se sienten cada vez más insatisfechos y hastiados de vivir. No carece, por tanto, de interés que nos hagamos esta pregunta: ¿Qué debo hacer para conseguir la felicidad? Parece que la experiencia atestigua que el éxito, la carrera, el dinero, el sexo o la droga no son la respuesta. Basta asomarse a las páginas de sucesos para comprobar que gente muy exitosa y con todo lujo de placeres concluye en una vida lastrada por el hastío o cambiando ese aparente éxito por una vida sencilla, austera y religiosa en la que encuentra la felicidad. Parece, pues, que la respuesta verdadera a la pregunta de cómo conseguir la felicidad, no apunta en dirección a lo material sino al espíritu. Más en concreto, apunta en la dirección que Jesús nos enseña en el evangelio de hoy desde la sinagoga de Cafarnaún: “Yo soy el pan de vida. El que viene a Mí no pasará más hambre”. En otros términos: “El que viene a Mí saciará su hambre de sentido, de verdad, de felicidad”. Un hombre que tenía a sus espaldas una vida de éxito y de placer desenfrenado, como san Agustín, escribió después de su conversión: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto (insatisfecho) hasta que descanse en ti”.         

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