Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 19 del Tiempo Ordinario (11.8.2024) - Ciclo B

EL MISTERIO DEL HOMBRE

“Yo soy el pan vivo”

Seguimos en la sinagoga de Cafarnaún donde se ha producido un intenso debate entre Jesús y sus oyentes, a cuenta de que les ha dicho “Yo soy el pan vivo que ha bajado del Cielo”. Ellos conocen tres tipos de pan: el que se prepara cada día en las casas, el maná que les había alimentado en su travesía por el desierto y la Palabra de Dios contenida sobre todo en la Torá. Esta Palabra es el verdadero pan del cielo, porque con ella conocen cuál es el camino que deben seguir y les distingue de los demás pueblos. Jesús no niega la importancia de la Palabra de Dios, pero da un paso de gigante, cuando afirma que él es esa Palabra que ha bajado del Cielo. Era como decirles: “Yo soy la Palabra de Dios encarnada. El que me come, comerá el pan de vida”. Sus oyentes no pueden comer este pan, porque tienen cerrada la boca de su inteligencia y de su corazón y no son capaces de ir más allá de lo que ven con los ojos de la cara. Nosotros sabemos quién eres: “el hijo del carpintero” y “de María”, le replican. Y sentencian: Tú no has bajado del cielo, eres un farsante, un mentiroso. Es terrible el abismo al que puede llevarnos el rechazo de Jesús. Porque rechazarle es  condenarse a ignorar cuál es el sentido de nuestra vida, hacia qué meta final nos encaminamos, para qué y por qué trabajamos y sufrimos. “El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado”, dice el concilio Vaticano II, en la Gaudium et Spes, 22. Sólo el Verbo Encarnado, sólo Jesucristo nos descubre quiénes somos, cuál es nuestra verdadera dignidad, cuál la misión a la que estamos convocados.   

0 comentarios