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LITURGIA DEL VATICANO II

La Santísima Trinidad ( 11. VI. 2017) - Ciclo A

EL DIOS DE JESUCRISTO

“Tanto amó Dios al mundo”

_________________Hoy celebramos la Santísima Trinidad. ¿Qué significa esto? Que Dios es Trinidad porque es Amor. Para que haya amor se requieren tres cosas: alguien que ame, otro que sea amado y el amor propiamente dicho. Si Dios fuera una única Persona, sólo tendría la posibilidad de amarse a sí mismo. Pero ese tipo de amor no merece tal nombre: es egoísmo. Quizás alguien piense que podría amar a la creación. Pero la creación tuvo un principio y tendrá un final. Antes de que existiera y cuando deje de existir Dios no puede amarla. Todavía cabría una tercera hipótesis: que Dios amara al hombre. Pero sucede lo mismo que con la creación. La única respuesta posible es la que el mismo Dios nos ha dado: sólo hay un Dios pero ese Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre tiene un Hijo desde toda la eternidad y le ama infinitamente, el Hijo hace lo mismo con el Padre y el Espíritu Santo es el Amor. La teología ha encontrado tres palabras clave para explicarlo: naturaleza, persona y relación. La naturaleza sirve para explicar la unicidad de Dios: sólo hay un Dios, porque sólo hay una naturaleza divina; la persona sirve para explicar la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas; la palabra relación indica que dichas Personas no sólo se relacionan sino que son relación. Volvamos al principio: Dios es Amor. Por esto, con nosotros juega el papel que la fuente respecto al agua y el sol respecto a la luz y el calor. La fuente no sabe hacer otra cosa que dar agua. El sol sólo sabe comunicar luz y calor. Dios sólo sabe amar. El Papa Francisco lo recordaba en la audiencia del miércoles pasado: “Dios sólo es capaz de conjugar la palabra ‘amor’”. Y añadía: “El Evangelio nos revela que Dios no puede estar sin nosotros; él no será nunca un ‘Dios sin el hombre’. Esto es un gran misterio”. ¡Qué lejos queda esta realidad de un Dios vengador, al acecho de nuestras debilidades para castigarnos! Es verdad que podemos abusar de nuestra libertad y rechazar ahora y en la hora de la muerte el amor que Dios nos ofrece. Pero seremos nosotros, no él, el que realice la tragedia. Pidamos no cometer esa locura            

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