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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 33 DEL TIEMPO ORDINARIO (15.XI) - Ciclo B

¿CUÁNDO SERÁ EL FIN DEL MUNDO?

«Mis palabras no pasarán»

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¡Esto se acaba! Se marchitan las últimas flores, se recogen los últimos frutos, caen las últimas hojas, las horas de luz son cada día menos, el año litúrgico interpreta sus últimos compases, el año civil apura sus últimas semanas. El evangelio de hoy se sumerge en esta misma atmósfera. De hecho se centra en el final del mundo y de la historia. Sin que se lo preguntase nadie, Jesús hace esta profecía: «Después de una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán» Sin embargo, se detuvo aquí, sin precisar cuándo ocurriría todo esto. Más aún, puso en guardia a sus discípulos frente a todos los adivinos y embaucadores: «Sobre el día y la hora nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo del hombre, sino sólo el Padre». Ningún hombre, sea sabio o ignorante, conoce si ese final está cercano o lejano. Jesús ha querido revelarnos el hecho y ocultarnos el momento. Ha querido, en cambio, enseñarnos esta gran lección: lo importante no es conocer el momento exacto del fin del mundo sino el mismo fin del mundo. Es decir, saber que la creación y la historia humana no son lo definitivo. El mundo en su condición actual no es la última obra de Dios. Queda por venir un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap 21, 1). Ese mundo nuevo comenzará con la venida del Hijo del Hombre. Jesucristo, con su venida gloriosa, revelará que está sentado a la derecha del Padre y dará comienzo a la nueva creación. El Padre impregnará toda la creación con la gloria divina del Hijo resucitado, el reino de Dios se afirmará definitivamente y desaparecerán todas las fuerzas hostiles a Él. Sólo Dios reinará. Y con Él, los que en su vida no se separaron de la Persona y palabras de Jesús por nada ni por nadie. Los que no quisieron cobijarse bajo esta bandera y rechazaron la comunión con Dios, no serán obligados a hacerlo en la nueva creación. Permanecerán donde están: ¡fuera de esa comunión!. Más que saber el día y la hora del fin de mundo, lo que cuenta es si ahora asumimos o rechazamos la comunión con Dios. 

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