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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO (8.XI) - Ciclo B

CANTIDAD Y TOTALIDAD

«Una pobre viuda echó dos reales»

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Estamos en el Templo de Jerusalén. Jesús se ha puesto a enseñar a la gente. Su discurso es directo y breve, pero contundente: «¡Ojo con los letrados!», dice. Es una desautorización en toda regla. Los escribas y letrados son los guías espirituales del pueblo, conocen cuál es la voluntad de Dios y animan a cumplirla. Pero Jesús les desautoriza. ¿Por qué? Porque ponen siempre su propia persona en el centro. Porque pretenden siempre ser tratados con honores: en el mercado, en la sinagoga, en los banquetes, en el ámbito público, en lo religioso y en lo privado. Sobre todo, porque devoran los bienes de las viudas y les arrebatan su patrimonio. Las viudas y los huérfanos formaban parte de las personas socialmente débiles y, por ello, estaban bajo una especial protección de Dios. El juicio severísimo de Jesús recae hoy, de modo muy especial, sobre tantos dirigentes políticos y sociales, que –a través de los Parlamentos, la televisión, la radio, la prensa-, pervierten el criterio moral y la conducta de los más indefensos: ¡los niños y adolescentes!. Aunque se vistan con la capa de una supuesta autoridad y de un falso progreso, ¡¡cuidado con ellos!! La enseñanza de Jesús al pueblo concluye aquí, pero continúa, a solas, con sus discípulos. Ha visto que la gente rica echa generosas limosnas en el cepillo del Templo y que una pobre viuda ha echado dos reales. Tan poco, que es la sexagésima parte del jornal de un obrero en un día. Jesús emite el siguiente juicio de valor: «Os aseguro –les dice- que esta pobre viuda ha echado más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra. Ella, en cambio, ha echado todo lo que tenía para vivir» Jesús no juzga por la cantidad sino por la totalidad. Me viene a la memoria aquella copla, recogida en “Camino”: «Corazones partidos yo no los quiero/ y cuando doy el mío/ lo doy entero». Esta en la medida de Dios. Incluso la de cualquier enamorado. ¿Cómo andamos tú y yo de generosidad a la hora de entregar a Dios y a los demás el tiempo, la honra y el dinero?   

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