Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO (8.VIII.2010) - Ciclo C

AUSENCIA, VIGILANCIA Y

FIDELIDAD

«Estad preparados»

________________________________________________

El evangelio de este domingo es una pequeña sarta de parábolas con una intencionalidad muy clara: indicar qué es lo que deben hacer unos criados durante la ausencia de su señor. Y una respuesta no menos clara: estar vigilantes y ser fieles. Si cambiamos la palabra «señor» por «Dios» y la de «criados» por «los hombres mientras viven en este mundo», tenemos la clave para interpretar el sentido de estas parábolas. El hombre y Dios no están en el mismo plano de igualdad sino en el de superioridad-inferioridad. Dios es Creador y los hombres somos criaturas, Dios es el Padre y nosotros somos los hijos. Los hombres no tenemos, por tanto, una libertad omnímoda para plantearnos la vida según nuestros propios gustos y caprichos sino según el querer de Dios, y permanecer vitalmente unidos a Él. Porque Él puede llegar en cualquier momento del modo más imprevisto e inesperado. Es lo que les sucede la noche de cada del sábado a tantos jóvenes, que tienen un accidente y pierden la vida. Más de una vez me he inquietado pensando que habían estado toda la noche de juerga y desenfreno. Los casos de «muerte súbita» o lo infartos agudos no son demasiado infrecuentes. Nadie tiene la vida arrendada por un tiempo fijo. Consecuentemente, no podemos portarnos como el mal estudiante que confía el aprobado a la suerte. Como es lógico, no se trata de estar pensando continuamente en la muerte ni vivir de modo angustiado. De lo único que se trata es de tomar en serio las cosas serias, de no trivializar lo más trascendente o tomarse las cosas a chirigota. Este es el entramado en el que se enmarcan las diversas parábolas del evangelio de hoy. Retomando el ejemplo del estudiante, lo que se nos pide es que cada día preparemos el examen de final de curso: tema a tema, lección a lección. El que actúa así, no tiene por qué preocuparse del examen de fin de curso de su vida. Y así actúa el cristiano que vive en gracia santificante cada día, bien porque no comete pecados graves o porque los confiesa. ¡Dichoso él si Dios le halla así al final de su vida!

0 comentarios