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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 5 DEL TIEMPO ORDINARIO (5.II.2012)- Ciclo B

TRABAJO, ORACIÓN, APOSTOLADO

«Curó a muchos enfermos»

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Seguimos en Cafarnaún. Jesús sale de la sinagoga y entra en la casa de Pedro. Su suegra esta muy enferma. Jesús le toma de la mano y la cura. La noticia corre por la ciudad y al atardecer le traen todos los enfermos que hay en ella. Jesús les cura a todos. A la mañana siguiente, antes que amanezca, se interna en el monte. Va a rezar con su Padre. No sabemos cómo fue su oración. Quizás de acción de gracias por lo que había hecho. Quizás de petición de ayuda para lo que debía hacer. Quizás un «estar con» él en actitud contemplativa. Lo que sí sabemos es que tiene tanta importancia que, aunque todos le buscan, él sigue rezando. Terminada la oración deja Cafarnaún y se dedica a recorrer toda Galilea, «predicando en las sinagogas y expulsando los demonios». Los ingredientes de la vida de Cristo son, pues, muy precisos: trabajo, oración, apostolado y éste con dos vertientes: la curación de los enfermos y la predicación del Evangelio del Reino con la llamada a la conversión. El trabajo es abundante; la oración, larga; y el apostolado constante. El que se haya preguntando cómo sería una jornada de la vida de Cristo, aquí tiene la respuesta. También la encuentra el que se pregunte cómo han de ser los días de su vida. En circunstancias normales no pueden faltar ninguno de estos tres ingredientes. El trabajo –¡ojalá sea posible siempre y para todos!- ocupará muchas horas. Pero no puede ser obstáculo ni excusa para no rezar. La oración es el aire con el que respira el alma cristiana. Sin ella, se muere, aunque parezca que se mueve mucho. ¡Y el apostolado! La asignatura más pendiente, quizás, para la mayoría de los cristianos. Es el otro pulmón con el que respira el alma cristiana. De tal modo que, si omite habitualmente, esa vida se agosta de modo lento pero inexorable. El apostolado es, en última instancia, acercar a Dios las almas que encontramos en el camino de nuestra existencia. Comenzando por las que están junto a nosotros: los hijos, los colegas de profesión, los amigos, los demás. Este es uno de los principales objetivos del “Año de la fe”, convocado por el Papa.         

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