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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 27 del Tiempo Ordinario (7.X.2012)- Ciclo B



 

EL DIVORCIO NO ES LA SOLUCIÓN

“Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”



La sociedad judía del tiempo de Jesús practicaba el divorcio. Con una salvedad: los hombres podían divorciarse, pero no las mujeres. Por eso, cuando unos fariseos preguntan a Jesús si “¿es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”, plantean el problema real. Jesús sabe muy bien que Moisés lo había permitido, pero prefiere que se lo digan sus interlocutores, y les pregunta: “¿Qué os ha mandado Moisés?”. Replicaron: “Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer el acta de divorcio”. Oída la respuesta, contesta a la pregunta con claridad, sin miedo a perder seguidores y sin temor a las represalias de Herodes, que había
encarcelado al Bautista por haberle echado en cara que viviese con una
divorciada. Su respuesta va a la raíz. “Al principio de la creación Dios los
creó hombre y mujer. Por eso, abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Lo que Dios ha unido, no lo
separe el hombre”. La respuesta es muy actual. Aunque muchas legislaciones lo
admitan, el divorcio contraviene el plan originario de Dios, que ha creado al
hombre y a la mujer para que se unan en matrimonio y permanezcan unidos para
siempre. La respuesta de Jesús desconcertó a sus discípulos que, ya en casa,
volvieron a preguntarle, y él se ratificó, diciéndoles: “Si uno se divorcia de
su mujer y se casa con otra, comete adulterio y si ella se divorcia de su
marido y se casa con otro, comete también adulterio”. “Si es así -replicaron-, no tiene cuenta casarse”. No es verdad. Sí tiene cuenta que se case el que tiene esa vocación. Ahí están millones de matrimonios que lo confirman. Pero hay que casarse como es debido. Es decir, con una preparación adecuada en todos los sentidos y a sabiendas de que el matrimonio –como cualquier otra cosa seria- cuesta y cuesta mucho. No hay que ser frívolos ni superficiales a la hora de casarse y a la hora de vivir el Matrimonio. El que se lo toma a broma, termina en el divorcio.Y el divorcio no es la solución. No sólo porque el hombre no puede enmendar la plana a Dios Creador, sino porque la experiencia lo confirma.

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